17 - Ángel.

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— ¿Enserio? —Cuestioné, ilusionada con la simple idea que Marcus me había propuesto.
—Sí. —Respondió escueto. A pesar de ello vislumbré una pequeña sonrisa en sus labios. —No hagas que me arrepienta Dana. Vamos.

No me lo podía creer todavía y estaba muy emocionada. Íbamos a ir al exterior para practicar con mis, recién descubiertos, poderes. Aunque cabe añadir que ya los controlo bastante bien, es como algo innato que surge con fluidez de mi misma.

Marcus abrió una puerta que jamás había visto antes, supongo que la tendría oculta con su magia.

Una vez fuera, resultó que en el exterior de la casa donde Marcus me había trasladado, había un frondoso bosque. ¿Qué raro, no? Me reí en mi interior, ya que todo estaba relacionado con los bosques. O no tan para mí misma, puesto que mi acompañante se giró y alzó una de sus cejas en una mueca interrogante.

En el instante que mis pies tocaron la fresca hierba, me descalcé y alcé mis alas al viento como algo natural y que hubiera realizado durante toda mi vida. Eché a volar hacia el cielo azul celeste, esquivando ramas y animalillos. Cuando sobrepasé las copas de los arboles por varios metros, levanté los brazos con las palmas hacia arriba y sacudí todo a mi alrededor, con una ligera brisa.

Contemplé a Marcus ahí abajo, su cara llena de orgullo por lo que era capaz de hacer. Alcé mi rostro al viento, sintiéndolo como parte de mí, de mi naturaleza. Una gran sensación de bienestar y libertad me inundó, enfundándome una fuerza sobrehumana. Nunca me había sentido así de bien conmigo misma.

— ¡Dana, baja ya! —Gritó Marcus, seguro estaría preocupado.
— ¡Ya voy! —Respondí.

Estaba tan feliz en este momento... me sentía conectada a un nivel tan superior a cualquier otra cosa con el bosque y con cada uno de los seres que lo habitan... No entendía como había podido vivir toda mi existencia sin sospechar nada de esto. Tal vez porque residía en pueblos o ciudades donde no había tenido una opción de conectar con esta parte tan increíble de mi ser.

Bajé hasta donde Marcus me estaba esperando pacientemente. Posé los pies desnudos sobre la tierra húmeda. Hundiéndolos en ella y sintiendo todo un mar de nuevas energías fluir por mi cuerpo, entrando y saliendo de él. Nutriéndose, enriqueciéndose, conmigo.

Todo era paz, armonía... felicidad.

— ¿Qué hacemos ahora? —Cuestioné ilusionada con cualquier idea en ese instante.

Estaba ansiosa por hacer cosas nuevas, por cambiar el entrenamiento rutinario de siempre y explorar nuevas, y emocionantes, posibilidades. Estar en el bosque me hacía sentir revitalizada, me daba fuerza, estaba sintonizada con él.

—Vamos a correr un poco. Sígueme. —Dijo mi compañero acompañando sus palabras por un gesto de su mano.

Marcus empezó con una marcha ligera y conforme avanzábamos, subía la velocidad. Hasta que llego un momento en el que todo lo veía borroso a mí alrededor, pero al mismo tiempo sabía dónde estaba cada obstáculo para no dar con mi cara en el suelo.

Pegué un gran salto y me impulsé a una rama media de un árbol y seguido de eso plaqué a Marcus antes de que llegará hasta donde yo me encontraba apostada. Nos revolcamos por el barro, nuestras extremidades entrelazadas mientras no paraba de reír divertida por mi pequeña maldad. Finalmente acabamos tumbados en el suelo embarrado y bien cubiertos por el lodo del bosque.

—Cuéntame todo lo que sientes Dana. Sé que está siendo bastante intenso.

Apartó un mechón de mi rostro con delicadeza y enfrentó su mirada verde-plateada contra la mía. Sus ojos eran tan bellos y misteriosos... me tenían hechizada.

La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora