Vale, ya estaba cansada, necesitaba respuestas. Había demasiadas preguntas sin responder en mi cabeza... Fui a buscar a Marcus, iba a exigirle que me lo contase todo. Me dirigí hacia la biblioteca, pero no estaba... ¿Dónde podría encontrarlo? En realidad no sabía dónde estaba su habitación. Solo había dos estancias a las que no había entrado, probé suerte con la primera, cerrada. Fui a comprobar otra... bingo, abierta.
Entré sin llamar, era una habitación igual a la mía, mas que había objetos de Marcus por todos lados, era un tanto desordenado. En aquel momento escuché un ruido, era una puerta que se estaba abriendo.
— ¿Qué haces aquí? —Preguntó él visiblemente sorprendido.
—Quiero que me lo cuentes todo. —Exigí. —Empezando por quien me quiere matar... Sí, eso sería perfecto.
— ¿Tiene que ser ahora precisamente? —Elevó una ceja burlona.
Entonces me fije en que solo llevaba encima una toalla sobre sus caderas. ¡Dios bendito! Me tapé los ojos con ambas manos, tenía que salir de ahí ya mismo.
—Esto... da igual, ya hablaremos en otro momento. A poder ser cuando estés vestido. —Respondí con voz chillona.
Sentí como me ponía roja, me di la vuelta y salí de allí lo más rápido que pudieron permitirme mis piernas. ¡Qué vergüenza! Y aun encima me he ido sabiendo lo mismo que cuando he entrado. Mierda.
Fui a mi habitación, apoyé la espalda en la puerta. Resbalé sobre ésta hasta llegar a sentarme en el suelo, abracé mis piernas cansada de la situación y coloqué la cabeza encima de las rodillas. Por primera vez desde que me secuestró Marcus, siento que la situación ya me supera. Hay tantas preguntas sin respuesta y por si fuera poco mi sueño aun me hace más puré de sesos.
En ese instante, llamaron la puerta. Incorporándome para abrir y esperando que fuera Marcus, sin embargo, en su lugar me encontré con alguien que había visto en mis recientes sueños, Cedric. No obstante al que tenía frente a mí era muy diferente al de mi mente, éste impregnaba el ambiente con malas vibraciones.
— ¿Qué haces tú aquí? —Pregunté mientras me echaba hacía atrás con miedo.
—Veo que no hacen falta presentaciones, Dana. —Dijo burlón.
Al instante llego Marcus, que empujó a Cedric y lo tiró al suelo sin ningún miramiento. Una vena en la frente de Marcus se había hinchado notablemente. Me alegraba de no ser el hombre en el suelo.
— ¿Cómo nos has encontrado? —Le preguntó al recién llegado.
—Te conozco Marcus, se como piensas, yo te entrené. —Se jactó Cedric.
—No voy a permitir que te la lleves contigo y le hagas daño. —Gruñó.
— ¿Quién eres tú para meterte en mi camino? —Dijo cada vez más serio el otro hombre.
—La única persona que ha estado junto a ti en estos últimos siglos.
—Sabes lo que es ella. —Le dijo a Marcus misterioso.
—Sí y por ello la protejo de ti, Cedric.
—Disculpadme, pero estáis hablando de mí y yo estoy delante, por lo menos podríais decirme algo con lo que aclarar esto. —Intercedí en la conversación.
Cada vez estaba más molesta de que me ignorasen por completo. Total, ya había decidido que estaba loca de remate. Que este hombre y el de mi sueño fuese el mismo era una prueba, además de todo este lio fantasioso que Marcus me relató.
—Dana, él es el Maldito que me convirtió en lo que soy. —Abrí los ojos con sorpresa. Eso no me lo había esperado.
—Aparta chico, no puedes impedirlo. —Le ordenó el Maldito.
—Ya veremos si es verdad. —Rebatió el otro.
Se midieron el uno al otro con la mirada. Cedric lanzó por los aires a Marcus y luego se dirigió hacia mí. El miedo en mi cuerpo me hizo echarme hacia atrás, apartarme todo lo que pudiese de éste, pero me tropecé, cayendo al suelo. Antes de que llegará a mí, Marcus lo placó y los dos cayeron. Era como ver un duelo de titanes. Los dos eran increíblemente fuertes, pero el Maldito agarró una mínima ventaja sobre Marcus. Lo tenía enganchado del cuello, pero Marcus se revolvió para darle un puñetazo en la boca, éste comenzó a sangrar, y entonces le lanzó otro golpe aun más fuerte que el anterior. Esto hizo que Cedric cayese al suelo inconsciente.
Marcus corrió a por mí, me levantó en brazos y de repente ya no estábamos allí. Ahora nos encontrábamos en una habitación idéntica a la de antes pero sin que hubiera signos de pelea en ella. Me bajó al suelo. Le miré la cara, tenía un pómulo hinchado y una ceja partida.
— ¿Estás bien? —Cuestioné preocupada por él.
—Sí. —Contestó mirándome fijamente a los ojos.
— ¿Dónde nos has traído?
—A otro lugar lejos de allí, no necesitas saber más.
Fruncí el ceño no muy contenta con sus palabras. Odiaba que me tratase como una muñeca sin opción de decidir nada sobre el asunto, sin embargo ahora no diría nada. Me preocupaba más el estado de él tras la pelea con aquel hombre.
—Ven aquí, siéntate en la cama, voy a curarte esas heridas. —Le ordené para sentirme útil. Aún seguía temblando después de la pelea. — ¿Dónde tienes el botiquín?
—No hay necesidad de curarme. —Me hizo acercarme a él. —Primero tranquilízate tú.
Le miré a los ojos, y él a mí. Se produjo una especie de conexión entre los dos. Colocó sus manos a los lados de mi rostro y fue entonces cuando con sus labios rozó los míos, me besó. Al principio fue un contacto suave, pero se fue convirtiendo en algo salvaje y prohibido que hacía que todo en mi interior entrase en conflicto.
Me aparté asustada de mi reacción. ¿Qué acababa de ocurrir? Me di la vuelta, pero él me agarró de las caderas y me obligó a mirarle a la cara, a los ojos. Entonces nos abrazamos, quedándonos fusionados por un rato. Sentía su corazón latiendo a la par que el mío, los dos desbocados por el momento y lo ocurrido en la última hora. No sabía que pensar o que hacer, no sabía que acababa de ocurrir... Solo que dentro de mí sentía aflorar un sentimiento que creía que era demasiado temprano para que ocurriese.
La confusión reinaba en mi interior, abriéndose camino sobre todo lo demás. Él me había secuestrado... no obstante ahora si creía que era por mi bien, que en realidad sí que había alguien que quería dañarme. Él no era mi secuestrador, sino mi salvador.
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La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)
FantasyElla estaba sola. Ella estaba en peligro. Su primer instinto: Matar. Ese fue el momento que les cambio la vida de una forma que jamás se hubieran ni imaginado. Dana era una joven alegre y despreocupada en la vida. Marcus tenía un objetivo: Dana. Nad...