—Dana, cálmate. —Dijo Marcus intentando hacer que me sentase en la cama.
—No puedo calmarme ¿o acaso no ves que este acoso nunca va a terminar?
Exasperada, me levanté de la cama dispuesta a pelear y para eso iba a necesitar la ayuda de la Diosa.
— ¡Erixi! ¡Baja ese culo de Diosa aquí, ahora mismo! —Grité al vacío de la habitación.
— ¿Se puede saber que son esos gritos, Guardiana? Estaba ocupada con...— Comenzó irritada la Diosa, pero al ver el desastre que reinaba en la estancia, se quedó muda. — ¿Ángel?
—Prueba otra vez.
—Dríane. —Gruñó.
—Sí. —Respondí.
Me esperaba cualquier reacción de la Diosa, menos lo que ocurrió. Se desmayó, cayendo sobre mí.
— ¡Eh! Diosa no tiene gracia. —Pero Erixi seguía inconsciente.
La sacudí entre mis brazos, seguía igual. Marcus me ayudó a tumbarla sobre la cama, ya que pesaba mucho con esa ropa metálica que llevaba como armadura.
— ¿Qué le pasa? —Pregunté a Marcus esperando a que él tuviese la solución. Solo se encogió de hombros.
—No lo sé. Es una Diosa. —Contestó contrariado.
Una luz cegadora inundó todos los rincones. Donde el haz de luz era más intensó, comenzó a verse una silueta. Cuando se apagó pudimos ver de quien se trataba. Era una mujer, aunque parecía un ángel. Su pelo era dorado como el oro liquido, sus ojos denotaban un brillante color violeta, llevaba puesto un vestido vaporoso blanco, este flotaba con gracia a su alrededor, haciendo que pareciese, si podía ser, aun mas etérea, de otro mundo.
— ¿Quién eres? —Pregunté desconfiada, lista para la pelea.
—No temas, Guardiana. Mi nombre es Zephía. Soy la Diosa de la Naturaleza y la Vida. —Su mirada se dirigió al inerte cuerpo de la otra Diosa. — ¿Qué ha ocurrido aquí? —Preguntó alterada.
—No lo sabemos, la llamé y de repente cayó al suelo de un plumazo. —Contesté.
— ¿Para qué la llamabais? —Siguió con el interrogatorio Zephía.
—Dríane estuvo aquí. —Respondí con rabia. Marcus agarró mi mano para intentar tranquilizarme. —Nos envió un mensaje. Quiere que ataquemos.
La Diosa puso cara de horror al oír el nombre de esa Maldita. Entonces se cubrió con un resplandor dorado.
—Ya sé que fue lo que ocurrió aquí. —Declaró Zephía con rabia en su delicado rostro.
Ella se acercó al cuerpo de Erixi, posó sus manos sobre el pecho de la Diosa de la Guerra y comenzó a salir a gran velocidad del interior de la boca de Erixi una negrura intensa semejante al humo.
— ¿Qué es eso? —Preguntó Marcus. Yo tenía la misma duda.
—Eso es el Beso de la Oscuridad, el veneno que hace vulnerable a un Dios. —Dijo Zephía concentrada en su tarea. —Dríane lo ha debido de esparcir por la habitación antes de que llegaseis. Hace efecto a los diez minutos de estar en contacto con él si no lo neutralizas antes. Yo me he cubierto por un escudo reparador para limpiar el veneno de mi sistema antes de que me hiciese vulnerable a él.
Erixi ya empezaba a moverse. Se incorporó en la cama de golpe.
— ¡Perra! —Gruñó al mismo tiempo que tosía.
Zephía se acercó a ella, y le agarró la mano delicadamente, para a continuación darle un dulce beso en la palma.
—Relájate Eri, no me gusta que te alteres. —Le dijo la Diosa de cabellos dorados a la otra.
—Lo sé Zeph, lo sé. —Le apretó la mano en respuesta.
—No me gustaría interrumpir esta bonita escena... de lo que sea, pero tenemos a unos Malditos a los que matar. —Irrumpí.
Erixi se levantó de la cama y se puso frente a mí, posó sus manos en mis hombros y se inclinó en mi oreja.
— ¿Estás dispuesta a todo para vencer pequeña Guardiana? —Me susurró la Diosa.
—A todo y más Diosa.
—Esto no va a ser como las veces anteriores que hemos irrumpido en su campamento, esta va a ser la batalla final, no podemos fracasar o no habrá nada más que hacer. Vida o muerte. En eso se resume todo.
—Lo sé. No deseo otra cosa que cumplir con mi deber de exterminarlos a todos, sin excepción.
Tenía muy claro todos mis objetivos y estaba decidida a cumplirlos. De repente noté la presencia de Marcus tras de mí.
—Sé que estas preparada, tu entrenamiento hace mucho que terminó. Yo ya no tengo ningún papel en tu vida, pero nunca te abandonaré. —Marcus me dio la vuelta para así poder mirarme a los ojos. —Te amo.
—Yo también te amo, Marcus.
Cuando me di la vuelta en los brazos de Marcus, observé como las dos Diosas tenían lo que parecía una conversación muy agitada.
—No hace falta matarlos Eri, son seres vivos, de carne y hueso, podríamos reformarlos, encerrarlos...
—Ya sabes que eso no es una opción Zeph, la última vez masacraron a casi todas mis Guardianas. Si consiguen matar a Dana se acabó toda la paz. Serán libres para destruir lo que has creado y hazme caso de que no es una cosa que quieras vivir. —La Diosa puso cara de dolor.
—Sé que para ti eran muy importantes..., pero ¿y tu hija?
—No llames a eso hija mía, jamás lo será. —Erixi agarró de los brazos a Zephía, fuerte.
—Pero es tu hija aunque no te guste reconocerlo, hubo un tiempo lejano en que ella era todo tu mundo y ese amor no desaparece así como así... Eri escúchame, por favor.
— ¡No! he dicho que te calles, ese amor del que tú hablas se quemó cuando asesinó a...—De repente la Diosa se quedó en silencio. —Creo que deberíamos dejar esta conversación para otro momento, hay oídos ajenos al tema. — Zephía asintió.
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La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)
FantasyElla estaba sola. Ella estaba en peligro. Su primer instinto: Matar. Ese fue el momento que les cambio la vida de una forma que jamás se hubieran ni imaginado. Dana era una joven alegre y despreocupada en la vida. Marcus tenía un objetivo: Dana. Nad...