13 - Ardiente.

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  • Dedicado a Mi David <3
                                    

—Cedric, mira dame tu mano.

— ¿Te está dando pataditas otra vez? —Cuestionó él feliz.

Le tendí la mano para que me la cogiera. Cuando la llevé a mi tripa abultada, ya de 8 meses, la cara de Cedric se transformo en pura felicidad. Acto seguido me dio un tierno beso en los labios. Su mirada estaba llena de amor y de felicidad.

—Te quiero Dafne.

Nos fusionamos en un abrazo, pero con cuidado de no aplastar a nuestro bebé. Nunca había sido tan feliz. Lo que no sabía que esta felicidad duraría tan poco.

De repente escuchamos un fuerte golpe a nuestras espaldas y la puerta de la cabaña en la que habíamos estado viviendo se rompió en mil pedazos. Entró la Hermana Lila, seguida por dos Guardianas. Yo no podía luchar, no quería arriesgar la vida del bebé y Cedric no era rival para dos Guardianas. Le mire a los ojos y le transmití que todo saldría bien, pero yo sabía que estábamos perdidos. La Hermana Lila estaba llena de celos e ira, su aura era oscura como la noche.

El juicio acabó. Mi destino era la muerte y conmigo nuestro amado bebé pero Cedric fue condenado a algo peor, ser un Maldito.

— ¡No! ¡Por favor, no la matéis! ¡No!

Cedric cayó de rodillas al suelo mientras que dos guardianas del bosque lo sujetaban de los brazos. Mi corazón sufría por él, y por el trágico destino que nuestro amor prohibido nos había traído no solo a él y a mí, sino también a nuestro hijo no nato. El mismo que llevo en mis entrañas y el mismo al que, las alguna vez mis hermanas, iban a matar por celos.

Yo estaba de pie con el rostro serio, mirando a mi amor a los ojos y diciéndole con la mirada que no se preocupase. Lo siguiente que note fue la fría mordedura del acero cortándome la garganta.

***

Me estaba ahogando. No podía salir a la superficie hasta que recordé que estaba en la bañera, me impulsé y saqué la cabeza. Empecé a respirar con fuerza. Otra vez un sueño sobre Dafne, pero este ya lo había tenido solo que ahora había sido más amplio.

Salí de la bañera y me envolví en una gran toalla blanca. Cuando entré de nuevo a la habitación de Marcus, vi que me había dejado sobre la cama ropa para que me pusiera.

Cuando ya estaba vestida y lista, fui a la biblioteca a buscar a Marcus. Me había dejado una nota diciéndome que estaba allí. Llamé a la puerta, inmediatamente se abrió sola.

—Pasa Dana. —Dijo desde su escritorio, estaba mirando unos mapas. En cuanto me vio levantó la cabeza. —Eres preciosa.

—Estoy como siempre. —Contesté sonrojada.

Él se levanto y con largas zancadas se puso frente a mí. Me dio un apasionado beso que me quito todo el aire de los pulmones. Le sonreí tímidamente mientras me acariciaba la mejilla como él solía hacer, con tanto cariño.

—Preciosa. —Susurró.

Volvió a besarme pero esta vez con más pasión, más pegado a mi cuerpo. Puse las manos en sus hombros para no caerme, el bajo las suyas a zonas inferiores y prohibidas de mi cuerpo. Como si no pesase, me cogió en brazos de un impulso e hizo que enroscase mis piernas a sus caderas. Mi espalda golpeó la pared mientras él besaba mi cuello como si se tratase de un dulce.

—Marcus... yo... —Gemí.

—Shh, lo sé. —Me tranquilizó.

Sus pupilas estaban dilatadas, cargadas de deseo. Podía notar el bulto en sus pantalones perfectamente encajado entre mis piernas. Volvió a dirigir sus atenciones a mi boca, la devoró insaciablemente. Entonces sin darme cuenta comencé a mover las caderas en círculos. Marcus gimió en mi boca.

—Para o no podré hacerme responsable. —Gimió ahora él.

— ¿Y si no quiero que lo seas? ¿Si soy mala? —Incrementé el ritmo. Gimió más fuerte. Nos separo de la pared, me tumbó en el sofá.

Me preguntó con la mirada si estaba segura, yo solo sabía que lo deseaba tanto... Comenzó a besar mi cuello de nuevo, pero esta vez iba bajando más abajo con cada uno de sus besos. Cada vez que se movía sobre mi notaba la suave fricción que nuestros cuerpos hacían al rozarse.

De repente toda yo empecé a arder, pero no de placer. Sentía como si mi piel estuviera sometida a planchas calientes por todo mi cuerpo. Grité, era insoportable. Marcus se apartó en el acto, asustado.

— ¡Dana!

El ardor comenzó a disminuir, estaba normal otra vez. Marcus me miraba de una forma extraña.

— ¿Qué ocurre?—Pregunté con temor por lo ocurrido. — ¡Duele mucho!

—Tus ojos, están negros completamente. Tu temperatura corporal es muy elevada a lo normal.

— ¿Qué me pasa? —Pregunté casi gritando.

—Creo que has desarrollado un nuevo poder. —Contestó pensativo Marcus.

— ¿Cuál?

—Todavía no estoy seguro, pero yo diría que tiene que ver con el elemento del fuego. Las Guardianas del Bosque no lo son porque si, sino que tienen un poder como mínimo de los llamados cuatro elementos naturales: fuego, aire, agua y tierra.

— ¿Entonces yo puedo hacer fuego?

—Parece ser que sí. Te pega, toda tú eres fuego.

Guiña un ojo pícaramente. No puedo evitar reírme tímidamente después de lo que había acontecido minutos antes y pensar que menos mal que esto ha ocurrido, luego no sé cómo podría haber enfrentado la situación.


La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora