Me levanté, tenía que ir al baño o me haría pis en mis pantalones, no tenía demasiadas ganas de que eso sucediese. Salí de la habitación, llegué al pasillo, el cual se encontraba en penumbra y además ¿Por qué hace tanto frío en esta casa? No cuesta tanto poner una maldita calefacción. No veía nada, por lo tanto iba con las manos en la pared para no chocarme con ningún objeto inesperado.
Di con una puerta, pasé las manos por la zona del pomo hasta que lo encontré. Sin embargo, antes de abrirla llamé para asegurarme de que no había nadie dentro. No hubo respuesta, por lo tanto la abrí y crucé el umbral, rezando por que fuera el baño. Pero lo que encontré al entrar no fue lo que me había esperado, era una biblioteca.
Había un escritorio en una esquina y un pequeño sofá en la otra parte de la sala, en perpendicular a éste lo que aparentaba ser un confortable sillón. Como no, todos los muebles eran antiguos, también había varias estanterías, todas repletas de libros bien conservados pese al tiempo que parecían haber reposado sobre las maderas de esta habitación. Uno de los libros llamó mi atención frente al resto. Acercándome en un impulso a la estantería donde estaba guardado, lo saqué de su lugar. Éste calentaba mis manos, como si me pidiese ser abierto, que extraño. Sentí un leve cosquilleo en las palmas de éstas.
Al momento, se me pasó una imagen por la cabeza, una mujer, muy parecida a mí, con el pelo recogido en una trenza larguísima y elaborada cayéndole por la espalda y vestida con prendas casi de fantasía, las cuales hacían la sensación de que flotaba sobre su cuerpo, parecía un ser etéreo. De repente ella me miró fijamente y me dijo algo con voz reverberante:
―Corres grave peligro, ten cuidado.
Intenté hablarle, pero tan pronto como llegó a mi cabeza, se marchó. ¿Quién era ella? ¿Por qué le daba tanta importancia a algo producto de mi imaginación? Miré el libro, lo abrí, pero el interior estaba totalmente en blanco. No comprendía que estaba sucediéndole a mi mente, a lo mejor era por el estrés de haber sido secuestrada...Esto me estaba produciendo un dolor de cabeza terrible.
Cuando salí de la biblioteca, no me había percatado de que alguien estaba en el corredor hasta que nuestros cuerpos chocaron entre sí. Casi me conseguí caerme de espaldas al suelo, sin embargo Marcus lo evitó agarrándome de la cintura.
― ¿Podrías tener más cuidado de por dónde vas? ―Gruñó él.
―No ha sido mi culpa, eres tú el que se me ha cruzado en el camino. ―Repliqué.
―Como digas... ¿Qué hacías ahí dentro a estas horas? ―Preguntó frunciendo el ceño.
―Pues... Buscar un baño. ―Admití.
―Ah, sí bueno. En el armario de tu habitación tienes ropa para cambiarte... para cuando la necesites. El baño es la siguiente puerta.
―Vale, gracias. ―Respondí incomoda, ya que seguía con su mano en mi cintura.
―De nada.
―Umm... Otra cosa más, ¿Me podrías soltar ya? ―Susurré.
Nos encontrábamos realmente pegados el uno del otro. Notaba un dulce pero leve cosquilleo donde sus brazos me tenían agarrada. Eso no debería de ser así ya que él me había secuestrado, no podía permitirme sentimientos así.
―Ah claro, no me había dado cuenta. ―No podría asegurarlo, pero creí ver cierto sonrojo en sus mejillas.
En cuanto escapé de entre sus brazos, volví a sentir como me rodeó el frío ambiente. Éste me atraía hacía sus heladas garras. Observé como Marcus se iba por el pasillo y yo me interné en el aseo, pensativa por todo lo vivido en las últimas horas...
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La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)
FantasyElla estaba sola. Ella estaba en peligro. Su primer instinto: Matar. Ese fue el momento que les cambio la vida de una forma que jamás se hubieran ni imaginado. Dana era una joven alegre y despreocupada en la vida. Marcus tenía un objetivo: Dana. Nad...