7- Oscuridad

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Me separé del cálido abrazo que Marcus me proporcionaba, necesitaba distancia para poder pensar con más claridad... ya había decidido que él no era un secuestrador, pero esto no quería decir que no debía de encariñarme tanto con él.

—Tengo que curarte esas heridas o se te pueden infect...

Le miré el rostro y estaba como antes de la pelea, sin ningún signo de ésta. ¿Era eso posible? Le pasé las puntas de los dedos por donde deberían de estar las heridas. Observó mi cara de estupefacción y lo aclaró:

—Soy inmortal, Dana, con todas sus ventajas, como la curación acelerada.

— ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —Antes de que me preocupase.

Marcus iba a hablar, pero le coloqué la mano sobre sus labios y nos miramos a los ojos... de nuevo sentí una poderosa sensación que impulsó a mi cuerpo, empujándome cada vez más cerca de él. ¿Por qué por más que quisiese mantener las distancias no podía hacerlo? Esto era de locos.

Bajé la mano de su boca a su hombro, él colocó las suyas sobre los míos y poco a poco las fue bajando. La mano que descansaba en su hombro se tenso con su lento reconocimiento de mi cuerpo, me estrechó más contra él, hasta que nuestros cuerpos chocaron. Nos volvimos a fusionar en un intenso y dulce beso, en el que nuestras lenguas chocaban entre sí y se enfrentaban a la eterna lucha de la pasión. Colocó las manos en mis caderas e impulsándome se levantó y me sentó a mí sobre la cama.

Nos miramos a los ojos durante unos instantes. Sentí la lucha interna que se daba en su interior. Esos preciosos ojos verdes con matices plateados me observaban sin saber qué hacer, pero tomó una decisión finalmente. Depositó un casto beso en mi frente y salió de allí.

Mi respiración luchaba por volver a ser regular. ¿Qué había pasado ahora mismo?... esa conexión que siento con él, jamás la había sentido. Dios me dolía mucho la cabeza. Me desnudé para meterme en el interior de la cama, acurruqué mi cuerpo cansado contra las sábanas. ¿Qué más me podría ocurrir hoy? Pronto me acogió el sueño entre sus brazos.

***

— ¡No! ¡Por favor, no la matéis! ¡No!

Cedric se cayó de rodillas en el suelo mientras que dos Guardianas del Bosque lo sujetaban de los brazos. Mi corazón sufría por él, y por el trágico destino que nuestro amor prohibido nos había traído, no solo a él y a mí, sino también a nuestro hijo no nato. El mismo que llevo en mis entrañas y el mismo al que, las alguna vez mis hermanas, iban a matar por celos.

Yo estaba de pie con el rostro serio, mirando a mi amor a los ojos y diciéndole con la mirada que no se preocupase. Lo siguiente que sentí fue la fría mordedura del acero cortándome la garganta.

***

Me desperté con un grito muriéndose en mis labios, rápidamente eché las manos a mi garganta para comprobar que no había ninguna señal del sueño, no había nada.

Comencé a temblar incontroladamente, sentí como caían las lágrimas por mis mejillas descontroladamente. A pesar de ello, solo podía recordar la sensación de ese frío acero en mi garganta y la mirada desesperada en los ojos de Cedric.

— ¡Dana! —Gritó Marcus entrando frenético a la habitación.

— ¿Qu...qué? —Pregunté aún con el miedo en el cuerpo.

Sin decir ni una palabra pareció comprender que fue una pesadilla y sin preguntar nada, se metió conmigo en la cama. Tumbado junto a mí, me rodeó con sus acogedores brazos y depositó un beso en mi frente. Mientras me susurraba al oído que no ocurría nada, que tan solo había sido un mal sueño y que todo estaba bien...

Acunaba mi cuerpo con suavidad para intentar calmarme y poco a poco lo fue consiguiendo. El sueño volvía a llegar hasta mí, pero ahora me sentía completamente segura, rodeada por él. Era extraño ya que no hacía nada que nos acabamos de conocer, pero lo sentía como alguien cercano a mí.


La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora