Epílogo.

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Estaba muy tensa, Eri me había contado su plan y tenía miedo de que algo saliese mal. No podía parar quieta, sin saber nada de lo que ocurría. Thor también estaba muy inquieto, el dogo no paraba quieto en un mismo lugar más de un segundo. Yo tampoco, así que decidí que tenía que saber que era lo que estaba ocurriendo.

Me había tumbado en la cama, sentí el peso de Thor al subirse, este se echó a mi lado. Cerré los ojos y transporté mi espíritu al lugar. Ese es un don que los Dioses poseemos, el espíritu, poder transportarnos a cualquier lugar sin ser detectados, más que por otros seres divinos.

Llegué justo a tiempo para ver como Erixi le clavaba a Dríane su espada en el corazón. No podía permitir que la matase, sabía que acabaría destrozada.

— ¡No! —Grité. La Diosa de la Lucha y la Guerra se giró para contemplarme. —No quieres matarla.

— ¿Por qué no debería de cortarle la cabeza ahora mismo? Dímelo, Zeph.

—A pesar de todo lo malo que ha hecho sigue siendo tu hija, ella realmente no es así... Sabes que Ángel la transformó en esto.

—Ella pudo haber elegido, y escogió ser esto. —Dijo Erixi al tiempo retorcía la espada en el corazón de la Maldita. El grito de esta resonó por todo el bosque.

— ¡Mátame ya! —Rugió Dríane. — ¿O sigues siendo una cobarde?

De repente una explosión de luz golpeó el lugar. Todo estaba en calma, vacío, salvo la Maldita inerte en el suelo. Esta estaba cubierta de sangre, heridas por todo el cuerpo, como si un centenar de cuchillas le hubieran cercenado el cuerpo al mismo tiempo. Si no la ayudaba, moriría. Decidí llevármela a mi templo, en el cual me encontraba ahora sobre la cama. Me transporté allí, me agaché a posarle la mano en la mejilla.

—Cuanto has sufrido pequeña niña...

Acto seguido, nos teletrasporté de nuevo a mi templo. En la dimensión divina. La deposité en una de las habitaciones de invitados. Necesitaría muchísimo tiempo y paciencia para regenerar todas las heridas causadas, y no solo las físicas, sino las emocionales.

Fui al templo de Erixi a comprobar que tal se encontraba. Ella estaba en el sofá, sola, ha debido de decirle a sus criados que se vayan. Me acerqué a ella.

— ¿Cómo te encuentras? —Le pregunté mientras me aposentaba a su lado.

—Bien. Ahora podré descansar, ya que todos los Malditos están exterminados. —Dijo ella seca.

— ¿No te duele la pérdida de tu hija? —Cuestioné.

—No. Ella se merecía morir. Por favor ahórrate tus chorradas compasivas y tus charlas sobre que ella era mi hija. Ella era un demonio, una Maldita, lo que eligió ser al matar a Eitxi. —Contestó.

—Tú la echaste de tu lado Eri... era una niña, lo sigue siendo... —Dije yo apenada.

—Ya no es nada, ahora está muerta. Eitxi, su hermana, puede descansar ya en paz y yo también. Ahora déjame, no tengo ganas de esto.

—Solo quería asegurarme de que estuvieras bien. Ya me marcho. —Estaba saliendo por la puerta ya, cuando volví a hablar. —Los Malditos ya no son ningún problema, relájate. Ya no hay ni una pizca de sangre corrupta.

Iba pensando en que era cierto lo que acababa de decir, el veneno de la sangre de Dríane había desaparecido. Cuando Dana se sacrificó su magia depuró a Dríane, y al tener sangre de Dios corriendo por sus venas no llegó a morir, aunque lo habría hecho de no ser por mí. Yo veo algo en ella que me hace dudar de que sea un ser oscuro, su naturaleza es pura en el fondo... Tendré que ayudarla a que ella también se dé cuenta de eso, y va a costar mucho trabajo. Menos mal que tenemos todo el tiempo del mundo por delante.

Fin

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Pues aquí ha llegado el final de esta historia...

SI queréis saber más sobre el origen de las Hermanas y Guardianas del Bosque, tenéis en mi perfil el libro de Astrid.

¿Os habéis quedado con más ganas de conocer a Dríane y lo que ocurrió entre ella y Erixi?¿Queréis saber quién es esa Eitxi?¿Qué ocurrirá con Dríane a partir de ahora? Pues si todo esto lo queréis descubrir, os espero en la continuación, La Diosa Maldita :D

¡Un beso lectores/as!

La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora