Estábamos refugiadas de la lluvia en una cueva que había en la falda de la montaña. Gracias a la lluvia la mayor parte del barro había salido de nuestros cuerpos y rostros.
Lo que yo me preguntaba era que hacíamos allí y yo sin un solo poder para defendernos. Eso me ponía de los nervios, los Malditos podían aparecer y yo estar indefensa contra ellos. Diosa chalada, no sé qué estaba haciendo conmigo, mi corazón es de Marcus, ¿Por qué siento esta atracción hacia ella?
— ¿En qué piensas Guardiana?
Salí de mi ensimismamiento y la confronté dispuesta a contestarle.
— ¿Por qué no tengo poderes, Diosa? Así no podre defenderme si llegan los Malditos.
—No te hacen falta nadie nos va a atacar, estate tranquila aquí el único peligro soy yo. —Mostró una sonrisa de blancos dientes.
De repente una tercera voz surgió de la nada.
—Yo no estaría tan segura de ello si fuera tú. —En ese mismo instante nos levantamos las dos de un salto y miramos en busca de la dueña de aquella voz llena de sorna. –Frío frío. –Una risa gutural hizo eco por las paredes de la cueva.
—Ven aquí Guardiana no te separes de mi.
Me disponía a replicar que si me devolvía los poderes no estaría indefensa, cuando una gran sacudida hizo que se derrumbara el techo en la salida de este nuevo infierno.
Todo se quedó a oscuras. Una mano me agarró de la muñeca y tiró fuerte de mí, nos introdujo por una de las galerías al interior. Cuando paró, yo me sacudí de su frío agarre y me alejé lo más que pude. En ese instante mí alrededor se ilumino y pude ver quien me había atrapado. Era una mujer menuda, bajita, con un pelo rojo semejante a la sangre, igual que uno de sus ojos... Eran como los de Ángel. Su sonrisa era una mueca diabólica. Llevaba puesta una capa azul marino, en ella había restos de sangre seca, igual que en su cara. Su aspecto resultaba espeluznante.
—Vaya, vaya ¿Esta es la Guardiana a la que todos temen? Das más risa que otra cosa.
— ¿Y tú quien eres, eh? ¿Otra seguidora absurda de Ángel? —Su risa inundó el aire viciado de la cueva.
—No, pequeña y ridícula Guardiana. Yo soy su hija. —En ese instante llegó Erixi y la chica se giró.
—Aléjate de ella Dríane, esta no es tu lucha. Estás a tiempo de rectificar el bando en el que te encuentras.
—Hola mami, hacia mucho que nos volvíamos a encontrar. Y sabes que eso es mentira... tu más que nadie deseas verme muerta.
— ¿Mami? —Gemí consternada.
—No se lo has dicho... Siempre te has avergonzado de mí, ¿Verdad, mami querida?
—Eso no es cierto Dríane, yo te quise hasta que te volviste un monstruo, igual que tu padre. —Espetó con la ira brillando en sus ojos la Diosa.
—Bueno, madre, ya no hay vuelta atrás. He venido a llevarme a este patético intento de Guardiana... Te estás haciendo vieja.
—No voy a ir a ninguna parte contigo. —Contesté furiosa.
— ¿Quién ha dicho que iba a ser voluntariamente? Solo tengo que hacer que madre se canse y ya serás mía.
—Nunca dejaré que os salgáis con la vuestra. —Le dijo colérica Erixi a su hija.
—No puedes hacer nada, como tu Guardiana, también eres patética. Por lo menos ella nos será de alguna utilidad. —Una carcajada cruel salió de sus labios. —Padre y yo nos lo pasaremos muy bien antes de matarte, serás nuestra mascota.
— ¡Jamás os dejare tenerme como vuestro juguete! ¡Nunca dejare de luchar!
Nada mas pronunciar aquellas palabras me liberé de su agarré con toda la fuerza que fui capaz de sacar de mi interior. Sin embargo antes de llegar a tocarla, mi visión se torno borrosa hasta caer en un vacio negro. De nuevo.
Cuando volví a mí ser consciente, notaba algo viscoso que me estaba mojando la mano. Abrí lentamente los ojos y comprobé que era Thor dándome lametones en esta. Me incorporé de un salto y le rasqué la cabecita blanca y peluda.
—Guardiana, ¿Estás bien?
—Sí, o eso creo. Tienes cosas que contarme, Diosa. Como por ejemplo, esa abominación de hija que tiene como padre a Ángel. Ese sería un buen comienzo... y para continuar, ¿Dónde estábamos?
—Primero, lo de Dríane es una larga y dolorosa historia. Y segundo, estábamos en tu cabeza, intentaba hacer de forma rápida que todos tus poderes saliesen a la luz. Pero Driane ha rastreado mi poder hasta allí. Ahora tendremos que hacerlo de la forma lenta.
— ¿Esa es? —Cuestioné dubitativa.
—Ponerte a prueba de formas en las que de verdad podrías acabar muerta.
— ¿Muerta?
—Pruebas tan duras que querrás acabar tú con tu vida. Vas a tener que ser fuerte, Guardiana.
—Puedo ser fuerte. Soy fuerte. —Repuse.
— ¿Con todo, Guardiana?
—Claro, Diosa. ¿Qué insinúas?
—Si te acaricio y te beso... ¿me lo impedirías?
Erixi lanzó su cuestión tras de mí, mientras su respiración chocaba contra la concha de mi oreja y la nuca. Sus labios estaban tan cerca que los sentía rozándome el cuello con delicadeza. No pude evitarlo, solté un gemido y me estremecí.
Aparté mi cuerpo con un brusco movimiento y la miré a los ojos.
—Claro que puedo, Diosa.
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La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)
FantasyElla estaba sola. Ella estaba en peligro. Su primer instinto: Matar. Ese fue el momento que les cambio la vida de una forma que jamás se hubieran ni imaginado. Dana era una joven alegre y despreocupada en la vida. Marcus tenía un objetivo: Dana. Nad...