Guardiana del Bosque... ¿yo? ¡Imposible! Si ni siquiera sé qué es eso exactamente, tenía que estar bromeando, me estará mintiendo para que no indague más en la verdad, si eso tenía que ser...
— ¿Dana, estás bien? —Cuestionó Marcus con notable preocupación en su voz.
—Eh... ah, sí...
—Estás muy pálida. Te ha impactado la noticia, lo sé, pero te tengo que preparar para lo que está por venir. —Agarró mi mano. —Necesitas un entrenamiento, ponerte en forma, aprender a luchar y controlar tus nuevos poderes.
—Si, si... un momento. —Estaba pensando en todo lo que Marcus decía cuando caí en cuenta de sus últimas palabras. ¡No! — ¡¿Mis nuevos poderes?!
—Dana, ahora estás en transición, te estás convirtiendo en una Guardiana del Bosque y no solo eso, sino que tú eres la Última superviviente de tu especie. —Apretó su agarre, dándome fuerzas. —Ahora eres inmortal y tienes habilidades nuevas, como fuerza, rapidez, agilidad, un desarrollo de tus sentidos al máximo y otras que tendrás que averiguar con el tiempo.
— ¿Donde están el resto de Guardianas? ¿Qué les ha ocurrido?
—Conoces a Cedric y ya sabes lo que es, un Maldito condenado a vagar por el mundo sin nadie que le ame, sin seres queridos. Bien pues, hay más como él, todos creados por las Guardianas del Bosque.
¿Ellas los crearon? ¿A esos seres malignos? No entendía el sentido de esto, a lo mejor tenía que ver con lo que me contó hace unos días Marcus sobre sufrir ahogados el resto de sus días. Sin embargo estaba más que claro que ahora no lo hacían. Marcus continuó con su historia.
»A Cedric lo condenaron injustamente, él lo único que hizo fue estar en el sitio equivocado, en el momento equivocado y si no fuera poco acabó enamorándose de Dafne. Eso fue lo que acabó finalmente con alguna esperanza de clemencia por parte de las Hermanas. El resto de ellos juraron venganza sobre todas las Hermanas. Hasta que la última gota del Bosque no muera ellos no descansaran, por eso eres la última y es tan importante mantenerte a salvo de todos esos monstruos.
—Pero si Cedric era bueno, ¿Por qué quiere matarme ahora?
—Debido a los demás Malditos y su líder, lo han hechizado para que actúe según sus mandatos, porque estando todos ellos juntos son imparables.
—Madre mía, esto es demasiada información de golpe. —Susurré agotada.
Marcus me dio un abrazo muy fuerte en el que nos fundimos como si lleváramos siglos y no minutos sin tocarnos. Yo levanté la cabeza de su confortable pecho y lo besé, al comienzo fue un mero roce de labios pero entonces entró en juego la pasión que sentíamos el uno por el otro, nuestros cuerpos se entrelazaron y caímos en el colchón. Yo estaba debajo de Marcus, cuando de repente él desapareció.
Levanté la cabeza a ver qué había ocurrido. Lo que vi me dejó totalmente anonada. Marcus estaba colgando de la pared sujeto por una mano cuyo dueño era la persona que menos me esperaba ver en aquel instante, Cedric.
— ¡Tú! ¡Pedazo de escoria!, ¿Cómo te atreves a ponerle la mano encima? —Clamó furioso el Maldito.
Cedric cada vez apretaba más la mano en el cuello de su presa. Yo me levanté corriendo de la cama y fui donde estaban para intentar soltar como fuera a Marcus del agarre del Maldito.
— ¡Suéltalo! ¡Por favor! ¡Suéltalo! —Grité desesperada.
Cedric no me hacía caso, me puse tan nerviosa y frenética que lo primero que se me ocurrió hacer fue darle un fuerte empujón por el costado izquierdo. Pensaba que ni lo movería del sitio pero sorprendiéndonos a todos en la habitación, lo lancé contra la pared.
Se levantó del suelo, su cara fue como si se despertara de un sueño muy largo. Confundido se pasó ambas manos por la cara, intentando despejar su mente.
—Marcus, ¿Donde estam... Dafne? —Cuestionó el Maldito desorientado.
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La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)
FantasyElla estaba sola. Ella estaba en peligro. Su primer instinto: Matar. Ese fue el momento que les cambio la vida de una forma que jamás se hubieran ni imaginado. Dana era una joven alegre y despreocupada en la vida. Marcus tenía un objetivo: Dana. Nad...