14 - Mortal.

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Entramos por un pasillo estrecho y oscuro, yo seguí a Marcus por los entresijos de la casa. Me guió hacia una celda en el sótano. La humedad del lugar calaba hasta llegar a los huesos. No habíamos hablado acerca de lo ocurrido en la biblioteca antes de que mi cuerpo se convirtiese en antorcha humana. La verdad, estaba hecha un mar de dudas. No sabía que pensar o sentir cuando estaba junto a él. Jamás había sentido nada semejante a esto.

— ¿Falta mucho? —Pregunté intentando dejar de cavilar.

—No, ya estamos.

Marcus se giró y me sorprendió dándome un cálido abrazo. Con su mano acarició mi cabello con dulzura. Con este gestó trataba de calmar mis mal disimulados nervios. Nos acercábamos a algo grande y yo lo sabía. Cada día estábamos más próximos a un destino incierto todavía.

—Relájate, Dana. —Me susurró.

Entramos a la celda pequeña y fría. Cedric estaba en la cama sentado con la espalda apoyada contra la pared y las piernas encogidas con un libro sobre sus rodillas. Parecía relajado. En cuanto nos vio, se levantó y lo dejó sobre el colchón.

—Marcus. Dana. —Dijo a modo de saludo junto con una inclinación de su cabeza.

Lo observé con cautela, alerta. No me fiaba de él y no creía que nos daría muchas respuestas. Pero según mis sueños y Marcus él era un buen hombre. Tal vez pudiéramos hacerlo cooperar si sacábamos su lado adecuado.

No tenía pinta de un Maldito, fuesen como fuesen los demás.

—Necesitamos la información necesaria para llegar al campamento de los Malditos y esperamos tu colaboración. —Solté sin rodeos.

—Mi Dafne era como tú, sin pelos en la lengua ni tiempo que perder... —Sonrió soñador.
—Necesitamos tu ayuda, respóndenos, por favor. Por el amor que sentiste por ella, hazlo.

Su mirada se tiñó de tristeza, pero sus labios seguían mostrando la misma sonrisa.
—Se encuentran en el lugar menos esperado, pero ahí solo se encuentran parte de ellos. Su jefe y la élite de los Malditos no están con ellos. No tengo ni idea de donde pueden encontrarse. Esa información no la compartían conmigo.

— ¿Dónde es ese sitio misterioso? —Preguntó Marcus por primera vez desde que habíamos entrado a la celda.

—En el territorio de sus enemigas.

— ¿En el Bosque, en las ruinas del campamento?

—Sí. —Al mencionar el lugar su rostro adquirió una expresión de dolor.

— ¿Cuántos son?

—Ocho, pero no será fácil derrotarlos, no serán la élite... sin embargo siguen siendo Malditos y todos ellos son muy fuertes. Con la casi extinción de las Guardianas sus poderes oscuros reprimidos por ellas fueron saliendo a la luz.

—Nos las apañaremos. —Respondió Marcus sin mirarle.

—Ellos sabrán que me habéis capturado, os estarán esperando. —Advirtió.

Marcus se dio la vuelta dispuesto a irse, se notaba que no estaba cómodo junto a quien fue su mentor y viejo amigo. Yo por el contrario tenía más preguntas por resolver.

— ¿Que ocurrió después de... su asesinato? —No supe como formular la pregunta con delicadeza.
— ¿Hablas de mi Dafne? —Escuché perfectamente su dolor impregnado en cada una de sus palabras.

—Si... —Asentí. — ¿Qué ocurrió con el bebé?

—Nuestra pequeña criatura vivió. —Mi cara de sorpresa resultó muy evidente.

La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora