25 - Reencuentro.

1.5K 158 2
                                    

Me sentía como un flan entre los brazos de Marcus, todavía no me podía creer todo lo acontecido en este corto periodo de tiempo, en el que Erixi y yo habíamos convivido. ¡Erixi! Dios, ¿estará bien? Espero que no le haya sucedido nada.

—Dana... —Marcus susurró mi nombre al tiempo que me abrazaba por la cintura.

—Estoy aquí, tranquilo... —Le dije mientras le devolvía el abrazo. Me sentía segura entre ellos, en paz.

— ¿Dónde está Thor? —Preguntó Marcus.

—Pues... nos lo hemos dejado en el apartamento de la ciudad, salimos tan aprisa que no me dio tiempo a pensar siquiera en el pobrecito... —No me dio tiempo a terminar la frase cuando oí el ladrido de Thor proveniente del otro lado de la puerta de la habitación.

—No me deis las gracias chicos, ¿para qué están las Diosas? —Dijo Erixi desde el otro lado de la puerta, cuando fui a abrirla ya no estaba ella, solo el pequeño dogo argentino, que ya no era tan pequeño.

— ¡Thor! —Grité

El perro entró disparado a la habitación a saludarnos a los dos y en cuanto vio que no le hacíamos mucho caso, ya que estábamos embelesados el uno con el otro, salió de ella a investigar su nueva casa.

—Me voy a dar una ducha... —Dije un poco tímida ahora que los brazos de Marcus no me rodeaban, sentía mis emociones expuestas. Por lo que decidí ser valiente, y extendí una mano en su dirección. — ¿Te apuntas?

Los ojos de él se iluminaron, y una gran y sensual sonrisa se dibujó en sus gruesos labios. Acto seguido me agarró de la mano y tiró de mí hasta poder cargarme sobre sus fuertes brazos. Casi parecía que no había estado un mes encerrado, salvo por las ropas y la suciedad.

Marcus nos condujo hacia el baño, y ahí me dejó ya sobre mis pies. Me miró de una forma muy intensa. Cogió el doble de su camiseta raída y se la quito, dejando a la vista su torso bien cincelado. Por instinto lleve las manos hacia su recién descubierta piel, dibujé trazos con los dedos sobre la zona que Driane había herido. Después de pasar los dedos comencé a dejar ligeros besos por su pecho, hasta que Marcus me paró y se echó un paso para atrás.

—Te toca a ti quitarte algo. —Dijo con voz cargada de sensualidad.

Llevé los dedos a la cremallera delantera del mono negro que llevaba, y la bajé lentamente hasta ir descubriendo mi cuerpo poco a poco. Una vez desabrochado del todo, este cayó a mis pies, ya descalzos. Lo eché a un lado del baño.

Mientras había realizado todo este proceso, Marcus había llenado la gran bañera que se encontraba en una esquina, ahora rebosaba de espuma. Se dio la vuelta y me miró de arriba abajo, sin perderse un detalle de mi cuerpo semidesnudo, la única prenda que me cubría eran las braguitas negras que se aferraban a mis caderas.

Se acercó a mi cuidadosamente, por miedo a asustarme, pero lo que él no sabía era que yo ya no le tenía miedo a nada más, salvo perderlo a él. Por lo que yo también fui en su dirección y no tardamos en perdernos en un salvaje beso, que nos transportó a otro mundo lejos de todos nuestros problemas. La electricidad y la magia fluían en el ambiente, haciendo una esfera única para la pasión que allí nos procesábamos los dos.

Cuando volvimos al mundo real, frente contra frente, con las respiraciones agitadas pero acompasadas, Marcus me abrazó como un ser perdido que no quiere volver a estar solo. Después de unos minutos que parecieron segundos así, fuimos hacia el borde de la bañera y allí terminamos de desnudarnos. Marcus se dio la vuelta cuando se quitaba los pantalones, para no intimidarme y agobiarme.

Una vez dentro del agua los dos, yo me apoye sobre su pecho, mientras él me masajeaba los hombros. Estuvimos allí durante horas, o eso creo. Cuando salimos de la bañera, limpios y relajados por el agua y las caricias, nos secamos mutuamente con calma.

—Eres preciosa. —Dijo Marcus mirándome a los ojos de una forma abrasadora. Miré al suelo, parecía estúpida, ¿Qué me pasa? Pero él me subió la cabeza otra vez agarrándome suavemente de la barbilla. —Te amo.

A continuación volvió a depositar sus labios en los míos en un contacto urgente, sin darme tiempo a racionalizar lo que acababa de decir, que me amaba.

La pasión burbujeaba en mi interior esperando explotar. Coloqué las manos en sus hombros desnudos y poco a poco me fue conduciendo a la habitación. Nuestras bocas todavía seguían unidas en un gran frenesí de emociones encontradas, liberadas por el reencuentro, éramos como dos sedientos después de pasar un largo viaje en el desierto.

—Te amo. —Las palabras salieron solas de mi interior, cuando por fin nos separamos del largo beso.

Nos mirábamos intensamente a los ojos, podía percibir las emociones del ambiente entrando en cada uno de los poros de mi piel.

Dejé caer al suelo la toalla que me cubría el cuerpo desnudo, y Marcus me imitó. Ya no había ninguna frontera que separase nuestros cuerpos. Piel con piel, caricias, besos, sentimientos, susurros, todo eso pintaba la escena que estábamos representando. Compusimos un mundo para los dos en el que finalmente éramos uno solo acariciados por el éxtasis del momento, culminando cuando la pasión nos arrolló por completo a los dos sin ninguna muestra de clemencia por su parte.

Desperté entre los brazos de Marcus, me dolía todo el cuerpo, suspiré extasiada, recordando... Me estiré como un gato entre gemidos, giré la cara para observar a Marcus dormir. Estaba tan bello... alcé la mano y le aparté algún mechón de pelo de la frente. Todavía me costaba pensar lo que había sucedido, todo había ocurrido tan deprisa... desde que Marcus me rescató hace ya... ¿meses?

No tenía ni idea del tiempo que había pasado, solo queel que pasé sin él ha sido el peor de toda mi vida. Mientras todo esto pasabapor mi mente, no paraba de acariciar su rostro. Al rato volví a quedarmedormida en mi propio paraíso, sus brazos, mi hogar.

La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora