8- Desconocido.

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Calor. Eso sentí al ver que no lo había soñado, sino que de verdad estaba durmiendo en brazos de Marcus. De repente recordé en mi mente verdadero motivo por el que él estaba allí conmigo, aquel sueño. ¿Qué tenía que ver Dafne conmigo? Necesitaba respuestas. Como siempre. A ver si alguien de una vez por todas se dignaba a dármelas...

Sentí como Marcus se iba despertando por el movimiento de sus brazos contra mi cintura.

—Buenos días... ¿Estás mejor? —Me preguntó con voz pastosa aun por el sueño.

—Sí, muchas gracias por quedarte conmigo. —Respondí con timidez.

—De nada, ya sabes, yo siempre he estado ahí para ti, aunque no lo supieses.

Marcus me estrechó en sus brazos y me besó en la frente. Me acurruqué en su pecho y en ese momento caí en la cuenta de que yo estaba desnuda y él, también.

—Esto... Marcus, ¿Estas desn... desnudo? —Tartamudeé muerta de vergüenza.

—No, tranquila. —Contestó sin más.

—Va... vale, pero yo sí que lo estoy... —Notaba como el color subió por mis mejillas tornándolas de un vivo escarlata.

En el instante mismo que él también fue consciente de ello, se alejó de mí en la cama y se sentó en el borde de la cama. Entonces fue cuando pude ver su espléndida espalda, ancha, musculosa, y morena. Al visualizarle me puse aún más nerviosa.

—Espera, no te vayas por favor... —Susurré rogándole, no quería estar sola.

—Dana... esto no es bueno para ninguno...

—Solo no mires, voy a salir a vestirme. —Repliqué sin darle opción.

Levantándome con premura, fui hacia el armario. Saqué una camiseta ancha y unas bragas, vistiéndome deprisa volví a la cama junto a él.

—Ya estoy, Marcus.

Volteó y me observó. Sus ojos verde-plateados me recorrieron de arriba abajo, comprobando que ya estaba visible. Se subió más a la cama hasta llegar donde yo estaba, levantó su mano derecha y me acarició el pómulo con una extrema dulzura para alguien con unas manos tan grandes y con tanta fuerza. Sin darme cuenta recosté la cabeza contra ésta y cerré los ojos... en ese momento recordé los sueño sobre esa tal Dafne.

— ¿Quién es Dafne? —Cuestioné poco segura de sí me respondería.

Marcus paró el movimiento de su mano, abrí los ojos y observé su rostro. Se le había formado una pequeña arruga de tensión en la frente, estaba muy serio...

—Dana, no sé si debería contarte esto todavía...

—Por favor, Marcus... —Susurré suplicante y harta de no saber nada de lo que estaba ocurriendo en mi vida.

Me miró a los ojos con el semblante bañado en pena. Lo que me tenía que contar le traía amargos recuerdos, lo leí en sus gestos.

— ¿Qué sabes de Dafne?

—Era una Guardiana del Bosque, aunque no sé qué es eso exactamente, también sé que Cedric la conocía... de una manera... intima. —Desvié la mirada de la suya antes de seguir, para concentrarme en recordar. —Ella estuvo embarazada y la mataron delante de Cedric... lo que no me cuadra es el porqué él parece tan enamorado de ella y ahora es el monstruo que vi.

—Dana, tienes razón en todo, ¿lo has visto en sueños no? Por eso anoche te despertaste gritando. —Dijo él pensativo.

—Sí, pero no empezaron hasta que llegue aquí... ¿Por qué Marcus?

— ¿Cuando cumpliste los 19 años? —Preguntó el a su vez.

—Dos días antes de conocernos... —Respondí sin saber que tenía que ver.

—Todo está relacionado, el que nos conociéramos, tu edad, tus sueños...

— ¿Y porque ahora a los 19? —Cuestioné curiosa sobre eso.

—Porque a esa edad se comienza la transición a la inmortalidad. —Pausó un momento sus palabras, buscando una mejor manera de continuar con ellas. —Sobre el porqué de tus sueños, es que estás predestinada a cumplir con la tarea de ella en el gran designio de la vida. Eres una Guardiana del Bosque, Dana, pero no solo de eso sino también de la vida.

La Última Guardiana. (Dioses Y Guardianas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora