❅ Atando cabos

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Capítulo 1: Atando cabos.

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La lámpara de su pequeña sala de estar titiló débilmente antes de encenderse finalmente.
Los muebles que tres meses atrás cubrió con un sencillo y útil hechizo se mantenían lustrosamente limpios, pero el aroma que la recibió, pareciendo venir de todos y ningún sitio en particular la golpeó con un abrumador sentimiento.

Abandono.

Su departamento estaba impregnado de una soledad asfixiante.

Además de la lámpara, la única iluminación con que contaba era la de la luna entrando a raudales por la ventana, que aunque pequeña, siempre ayudó a mantener la sala llena de luz natural.

Con toda la correspondencia recibida durante su ausencia entre las manos, Hermione avanzó hasta la ventana, dedicándose a contemplar las calles vacías de Londres.

No era una vista tan majestuosa como encontrarse con edificaciones francesas y sitios turísticos asombrosos, pero se sentía reconfortante saber que se encontraba de vuelta en su hogar.

Con suerte podría decírselo a sus padres por la mañana y visitarlos antes del comienzo de la semana. Ambos estarían deseando escuchar de viva voz sus experiencias fuera del país en lugar de cortas llamadas telefónicas y escuetas cartas.

Concluyendo que el mundo parecía ser el mismo que cuando se marchó, se arrastró con andar cansado hacia su habitación, revisando el correo entre sus manos. La mayoría se trataba de cartas sobre sus afiliaciones al Profeta, asociaciones benéficas de investigación y publicidad muggle, hasta que algo llamó su interés.

Esto debía ser a lo que Percy se refería. Pudo distinguir la descuidada letra de Ron escrita en un minúscula nota invitándola a la Madriguera al siguiente día, alegando que todos estarían contentos con la sorpresa de su llegada.

De no ser porque Ron sabía acerca de su prematuro regreso habría esperado todo el fin de semana antes de decírselos, pero de ninguna manera quería ser desconsiderada con la familia que tanto le había dado. Además, los extrañaba.

Pensar en el ruidoso ambiente de la Madriguera, siempre llena de risas y ánimos chispeantes alegraría a cualquiera, incluso a quien como ella, buscaba descansar del ajetreo del trabajo.

Al parecer sus planes seguirían la sugerencia de Percy y esperaba poder encontrar una respuesta convincente a sus palabras.

Al llegar a su habitación no se molestó en encender la luz, se deshizo de su túnica vistiendose con una holgada playera de Harry, hurtada hace años, y se deslizó bajo las sábanas.

Por primera vez estaba segura que dormiría plácidamente, incluso si eso significaba volver a encontrarse en una cama fría, bajo cuatro paredes vacías.

Esa era su rutina y, después de todo, lo que extrañó desde el momento que se marchó.

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Cuando la mañana llegó, Hermione entendió lo atareada que se encontraría por el resto de los días siguientes. Pero por ese único día, siendo sábado, se permitió despertar hasta que su estómago protestó presa del hambre.

Su minúsculo desayuno le demostró lo mucho que necesitaba comprar provisiones. Tanto para ella, como para Crookshanks, al que pensaba traer de vuelta de casa de sus padres en cuanto tuviera oportunidad. Organizaría su armario, junto con toda la ropa nueva que compró y destinaría gran parte de su horario a organizar los resultados incompletos de su investigación.

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