❅ Continuidad

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Capítulo 28: Continuidad 


No requería que nadie la defendiera. Si debería repetirlo, lo haría. Harry no la detendría eternamente.

La molestia de Hermione persistió por largos segundos, lo que no mejoró al presenciar la inquietud colectiva que se respiraba en el ascensor, durante cada piso, cada que alguien bajaba, el resto se mantendría expectante, esperando no encontrar en el próximo destino un tumulto similar al que se apoderaba del Atrio en esos momentos.

Todavía agobiada por la imagen de Harry rodeado de tantas personas, Hermione no pudo más que resignarse. Aquel era un viaje sin retorno, al menos hasta que las cosas volvieran a la normalidad.

Decidiendo redirigir su impotencia, se volvió hacia Levi, plantado a su lado, y se sacudió bruscamente su brazo de encima.

—¿No debiste quedarte ahí y ayudar?

—Eso hacía— respondió él, había una pizca de ironía en su voz—, hasta que te vi.

Le habría gustado dar un paso lejos de él como muestra de su malhumor, pero habiendo tantas personas alrededor, no pudo más que fijar la vista al frente, a tiempo para vislumbrar cómo las rejas se abrían y dos magos de largas túnicas salían presurosamente del ascensor, esquivando a las personas que intentaban entrar, retenidas por los aurores, sordos a sus peticiones.

Inclusive si hubiese preferido no hacerlo, Hermione enfocó su mirada en todos, con expresiones bañadas en incertidumbre, sin entender qué sucedía. Algunos, rostros desconocidos y otros... Al fondo, de pie entre dos viejos magos rozándole continuamente el rostro con sus sombreros, alto y confundido, resaltando entre todos como una pieza fuera de lugar se hallaba Neville Lomgbottom, sosteniendo contra sí a una menuda chica de largo cabello castaño, cuya cabeza apenas le rozaba el mentón.

—¿Neville?— su nombre escapó de los labios de Hermione, avanzando al frente sin importarle empujar a las personas a su alrededor, aferrándose a las rejas, levantando una de sus manos para que su amigo pudiera verla.

La mirada de Neville, antes perdida recayó en ella, y el alivio le bañó el rostro.

—¡Hermione!— exclamó él de vuelta, imitando sus acciones al precipitarse hacia adelante. No le resultó difícil posicionarse al frente y, justo cuando intentaba alcanzarla con la mano, los aurores lo empujaron de vuelta a la multitud.

— Déjelos subir— pidió Hermione, intentando llamar la atención de los aurores, totalmente inexpresivos. Cómo última esperanza, mostró la identificación en su pecho—, me haré cargo de ellos.

Ambos aurores se miraron y, tras una corta reflexión, negaron con la cabeza, manteniendo las rejas cerradas. Súbitamente, al avanzar desde el fondo del ascensor, Levi terminó cubriendo a Hermione casi por completo con su cuerpo al intentar ser visible.

—Yo me haré cargo— dijo, interpretando el mismo papel que los otros, tan serio como pocas veces. Hizo una leve inclinación de cabeza hacia sus compañeros, reafirmando sus palabras.

El debate interno legible en las miradas de los aurores pareció eterno desde la perspectiva de Hermione. La gente afuera comenzaba a impacientarse y el ascensor no se mantendría estático eternamente.

Por suerte, con un rápido movimiento, abrieron las rejas y Neville y la chica, dando tumbos, abordaron con éxito en el último instante. A tiempo para que el elevador diera una sacudida y se moviera intempestivamente hacia atrás.

Levi hizo retroceder a Hermione tomándola por los hombros, asegurando espacio a Neville y su acompañante.

—¿Qué haces aquí?— fue lo primero que Hermione preguntó.

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