❅Dulces mentiras

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Capítulo 6: Dulces mentiras

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El seto crecía rectamente alrededor del jardín, conectando con la pequeña cerca de madera frente a la banqueta. A pesar de ser idéntica a todas las casas de la cuadra, resultaba inevitable no sentir que existía algo especial en sus ventanas cuadradas y fachada color arena.

Si no era así, quizás se debía a las bonitas cortinas color celeste o al jardín solo adornado por algunas flores, a diferencia de los arreglos de jardín y las parrillas en el resto de las casas del suburbio.

A Hermione nunca le había molestado la simplicidad de su vida hogareña. De hecho, muy pocas veces prestó atención a ello.

La mayor parte de su infancia se basó en acudir a la escuela y luego, al consultorio de sus padres a solo diez kilómetros del colegio. Allí pasaría el resto de la tarde, sumida en los libros escolares o algunos ejemplares de la biblioteca de su padre, meciendo las piernas sobre la alta silla giratoria de la oficina mientras ellos atendían a sus respectivos pacientes.

Para cualquier niño eso habría significado un aburrimiento atroz. Para Hermione fue ideal.

La ponían nerviosa los gritos, risas y llantos, mismos de los que no podía deshacerse en ningún lado. En el colegio la mayoría correría hasta quedarse sin aliento, jugando y riendo. A veces, ella también lo hacía, pero luego comenzaba a fastidiarse y volvía a descansar bajo la sombra de cualquier árbol con un libro en su regazo.

En el consultorio era peor, los llantos eran terribles y aunque sabía que sus padres no lastimaban a nadie, escuchar niños llorando ante el miedo de visitar al dentista era inquietante. Por ello, llegar a casa era todo un regalo.

Allí se hundiría en el enorme sofá de su padre, o correría hacia el patio para tirarse en el césped y leer hasta la cena. No habría niños molestándola constantemente por su falta de interés en juegos "divertidos" ni accidentes que no quería causar cuando alguien la hacía enfadar.

Demasiadas veces tuvo que fingir que no existía una conexión entre la caída de alguno de los niños especialmente molestos y lo que ella sentía en su interior al mirarlos, que luego terminaba materializándose como una caída o cosas menos graves, pero que la asustaban al creer que era la causante.

Con el tiempo todo quedó atrás, o lo hizo hasta que la carta con su nombre apareció en el buzón. En retrospectiva todo cobró sentido y las peculiaridades y recuerdos de su infancia fueron disolviéndose como solo eso, sus primeras muestras de magia accidental.

Con Hogwarts, todo pareció parte de un antes y un después.

Su casa seguía pareciendo cálida y reconfortante cada verano, pero nunca lo suficiente si sus amigos y la magia estaba lejos, en lo que parecía una realidad completamente diferente.

Unir los dos fragmentos fue... Extraño. Tanto para ella, como para sus padres, sin otra opción que ir a "su mundo" cada que necesitaba comprar nuevos útiles escolares o abordar el expreso.

Cuando tuvo la mayoría de edad, todos estuvieron secretamente aliviados de que la única unión entre ellos y el mundo mágico fuera su hija. Hermione estaba segura de que preferían oír sus historias sobre lo maravilloso que era, antes de enfrentarse a la realidad de que una guerra estaba materializándose. Fue duro discutir con ellos el asunto, sobre todo porque estaba tercamente empeñada en permanecer al lado de Harry hasta el final.

Luego de la guerra, de buscarlos y devolverles la conciencia de todo lo sucedido, ellos no estaban nada felices, pero incluso cuando el único culpable del abandono de su hija tenía un rostro y nombre, ninguno discutió cuando ella los puso al tanto de que nunca se alejaría de él.

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