❅ La Procedencia de la razón

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Capítulo 12: La Procedencia de la razón

Cuando Harry apareció, horas más tarde, cargando un pequeño baúl con sus pertenencias fue toda una maravilla para la tranquilidad de Hermione, que llevaba esperándolo por lo que le parecía una eternidad,  empeñada en obtener la respuesta que llevaba aguardando apenas lo vio. 

En cuanto abrió la puerta para él, dejándolo pasar, no pudieron más que intercambiar un corto saludo, pues Hermione llevaba más de una hora hablando con su madre, intentando convencerla de que su "viaje" de último momento no representaría ningún peligro para ella, ni atrasaría sus preparativos respecto a la boda.

Con el teléfono pegado al oído lo invitó a pasar, articulando sin hablar que terminaría pronto. Fue fácil notar que a diferencia de hace unas horas, la molestia en Harry había pasado, dejando paso solo a la la seriedad.

Sin replicar, apenas se apartó de la puerta, su amigo se dirigió a su sofá y encendió la televisión, buscando algo que mirar.

—Solo es Harry— dijo Hermione, respondiendo el cuestionamiento de su madre ante su silencio. 

¡Mándale nuestros saludos!— exclamó la señora Granger alegremente, haciendo que su hija se apartara el teléfono de la boca para hablar con un Harry recostado cómodamente en el sofá, acariciando a Crookshanks, que nada más verlo saltó a su regazo.

—Papás mandan sus saludos— le informó, recibiendo una sonrisa ladeada, seguida de un amable “yo también".

Hermione lo miró dudosamente, antes de alejarse hacia su habitación para seguir organizando sus pertenencias. Desde ahí podía escuchar el ruido que provocaba lo que sea que Harry estuviese viendo, mientras prendas de ropa se elevaban por su cuarto, guiadas por su varita, metiéndose ordenadamente en su improvisada maleta.

Estoy más tranquila sabiendo que viajarás con él, también tu padre, ¿No es encantador?— comentó su madre, adoptando un relajado tono de voz—. Compartir conocimientos y trabajar juntos, así no tendrán que estar separados y...

Hermione dejó de escuchar, desconectando su mente de la conversación. Solo podía ver su varita haciendo levitar las mudas de ropa acomodándose frente a ella.

A diferencia de Harry, todo el asunto le provocaba máxima curiosidad. Pensó, también, en que tendría qué decirle, o que palabras buscaría para hallar una respuesta a lo precipitado de la situación sin que él se pusiera a la defensiva.

Si había aceptado participar en la investigación se debía a su curiosidad por saber en qué asuntos estaba involucrado su mejor amigo la mayor parte del tiempo. Por suerte, reflexionó, tenía toda la noche para hallar una respuesta.

Con la nota que le envió apenas abandonar el ministerio, Hermione le pidió ir a visitarla, pero también, que se quedase en casa por esa noche. No tendría caso privarle de horas de sueño si de todas formas él insistiría en ir a buscarla a primera hora de la mañana.

Afortunadamente, Harry aceptó y ahora se encontraba a solo unos metros de distancia, sin imaginarse el terco empeño que Hermione pondría en averiguar el motivo de su actitud.

Pretendiendo haber escuchado toda la conversación con su madre, se despidió afectuosamente de ella, no sin antes prometer que los visitaría pronto.

Sabiendo que no tenía caso esperar, dejó su maleta a los pies de la cama y volvió a la sala, solo para encontrarse a un Harry completamente dormido.

Su brazo cubría su rostro y sobre su abdomen reposaban sus anteojos. Junto a él estaba Crookshanks, a solo unos metros, moviendo rítmicamente su esponjosa cola, gustoso de recibir los últimos rayos del sol colándose por la ventana.

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