❅ Ágape

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Capítulo 16: Ágape

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El relajante aroma de la lavanda elevándose como suave vapor desde su taza la mantenía inusualmente tranquila. Aquella tarde, con la tenue luz del sol filtrándose por las cortinas celestes de la cocina, Hermione no se sentía asediada por ningún pendiente que realizar.

La casa de sus padres conseguía sumirla en un pacífico ambiente que buscaría cada que tuviera oportunidad y en el que aparentemente, su madre siempre estaría contenta de recibirla.

Luego de largos días de estrés, cambios en su vida y ánimos volátiles, detenerse un momento y respirar hondo era justo lo que necesitaba, pudiendo encontrarse en cualquier cosa, como un buen té de lavanda antes del atardecer.

No era la única que buscó una salida como esa, después de todo, Harry y los chicos habían acordado encontrarse luego de varios meses sin una convivencia que los ayudase a sentirse, “entre hombres”, en la que Hermione no pensaría ni siquiera en intervenir.

Sin ánimos de buscar algo emocionante y ruidoso para sí misma esa tarde, en su lugar, acordó visitar a su madre luego del trabajo, lo que resultó ser una decisión sumamente acertada.

Incluso, debía admitir, por mucho que adorara su compañía, Harry y ella necesitaban momentos lejos el uno del otro. Teoría reafirmándose ante la ausencia de su padre en casa y lo sosegada que su madre parecía con ello, sin preocuparse mínimamente a pesar de ser un matrimonio.

Por horas, madre e hija se embarcaron en la organización de todos los asuntos pendientes respectivos a la boda, como la comida, invitaciones, la decoración que Hermione deseaba y el lugar, todavía pendiente.

—¿Cómo estás? ¿Tienes problemas con algo más?— preguntó la señora Granger, luego de varios minutos sumidas en silencio, mismo que no parecía gustarle demasiado.

La castaña nunca pensó en lo silenciosa que una casa podría ser, incluso con personas en su interior. Por suerte, siempre existía esa indiscutible calidez que ella buscaría tener en su propia hogar y que creía, poco a poco, Harry y ella estaban creando.

El silencio jamás le molestó, de todas formas, siendo miembro de Gryffindor, estaba acostumbrada al bullicioso ambiente de los leones y, aún así, seguía encontrando un refugio en sus propios pensamientos quedándose callada.

Su madre, por otro lado, era la clase de persona que buscaría llenar con sus palabras cada silencioso hueco entre las conversaciones.

—No, Harry es muy atento— admitió Hermione, dispuesta a tranquilizarla y hacerle ver que, si se mantenía callada, no se debía a nada especialmente grave—. A veces parece quizá demasiado interesado en los colores de la casa. Oh, y el jardín, está obsesionado por llenarlo con flores mágicas y rodearlo con ellas.

Al escuchar la risa de su madre, más tranquila por sus palabras, la inquietud en la castaña menguo considerablemente. Con la mujer frente a ella, incluso adorándola tanto como lo hacía, sabía que debía tener ciertas reservas si no quería revelar la naturaleza de su apresurado matrimonio.

—Suena más como un prometido muy participativo— intuyó la señora Granger, mientras miraba la solitaria calle por detrás de la ventana.

—No me ha dejado sola en esto— reconoció Hermione y antes de que la alegría pudiera hacer su aparición, recordó lo extraña que estaba sintiéndose y lo mucho que últimamente deseaba alejarse de su compañía solo para evitar cavilaciones fuera de lugar.

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