❅ Cerebro y corazón

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Capítulo 8: Cerebro y corazón.
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Indiscretamente, Hermione desvío la mirada, dirigiendo la dirección de su cuerpo hacia Luna, prefiriéndolo en lugar de seguir sintiendo que, aun si nadie más lo sabía, tenía un nuevo lugar que ocupar en todo el enredo entre sus amigos y su relación imposible.

Aguantando el aliento, aguardó con impaciencia hasta que escuchó la respuesta al incómodo saludo de Ginny.

—Hola, Ginn— respondió Harry con voz monótona, levantándose para saludarla con un fugaz beso en la mejilla. No duró ni siquiera un minuto, pero cuando Hermione sintió su cuerpo volviendo al asiento a su lado, se sentía fría y ansiosa.

—Deberían de quitar esa cara, me hacen pensar que estamos en un funeral— se mofó la pelirroja, alejándose dignamente hasta su asiento, estratégicamente al otro lado de la mesa, justo frente a la pareja de mejores amigos.

Momentáneamente, con ella burlándose de la trágica situación, el ambiente se aligeró. Con un suspiro colectivo al comprobar que chispas no volarían, la señora Weasley comenzó a traer la comida a la mesa y en poco tiempo todos llenaban sus platos, disponiéndose a comer.

El ruido de las voces y charlas entre todos fue como un zumbido constante mientras las manos de la castaña jugaban con los cubiertos y luego volvían a sus piernas, secándose el sudor de las manos en la tela de su pantalón. Su estómago se negaba a probar bocado, de hacerlo, terminaría cediendo a las náuseas.

—¿Quieres un poco de pan?— susurró una voz a su lado, haciéndola pegar un salto.

Inclinado en su dirección, con el brazo alargado, Harry estaba mirándola interrogante, intentando detectar con una inocente pregunta que pasaba por su mente.

Si tan él supiera lo aterrada que se sentía. 

—No— contestó llanamente— No quiero nada.  En realidad...

Durante cada minuto, la culpa fue creciendo hasta hacerla sentir pequeña y miserable. La decisión de comprometerse no era un pecado, pero sí lo era hacerlo con el ex novio de una de sus amigas. Eso era vil y a su modo de ver las cosas, la convertía en una persona cruel y desconsiderada.

No quería continuar y arrastrar a nadie a su suplicio.

—Hermione— siseó Harry con voz áspera, previendo sus intenciones. Se veía, como era lógico, exasperado al notar su estado, pero él no entendía sus razones.

Justo cuando Hermione sentía su mano buscando la suya, Molly los llamó, formulando una pregunta que quedó flotando en el aire mientras ambos apartaban su mirada del otro. Su atención estaba claramente dispersa, pero a Hermione le pareció que el cuestionamiento de la mujer estaba dirigido a su situación.

—¿Lo estás? ¿Estás bien? Siempre puedes venir aquí, querida— insistió la señora Weasley desde su lugar—. Los días no han sido fáciles para nadie. 

Con su voz, el silencio se expandió, atrayendo la atención de todos en espera de su respuesta. La compasión dirigida hacia ella fue más de lo que la joven se creyó capaz de soportar. No la merecía. 

—Sé que es difícil pensar en ello ahora mismo— secundó el señor Weasley en apoyo de su esposa—. Pero podemos ayudarte, Ginny y George por ejemplo, están considerando que la asignación no es del todo...

No deseaba seguir escuchando. Nada que fueran promesas sobre como la ayudarían al igual que a cualquiera de sus hijos la haría sentir mejor. Tal vez, si esto hubiera sucedido días atrás, Harry y ella no estarían comprometidos, seguros de que solo se tenían uno al otro.
  
—Debe haber un buen mago ahí afuera para ti, querida— la animó Molly, esforzándose por utilizar un tono meloso al decirlo—, Y lo encontrarás. Una chica tan buena como tú... merece más que esto.

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