Mi padre me mantuvo una hora más en esa horrible y aburrida fiesta, siguiendo con su ridículo protocolo de saludar cordialmente y mantenerme a su derecha, en silencio como una hija ejemplar.
No pude cruzar ninguna otra palabra con el gobernador, excepto cuando nos acercamos junto con mi padre para despedirnos. Su hijo Viktor me estrechó la mano un minuto más de lo que se consideraba de buena educación y me prometió pasar a recogerme alguna que otra noche para ir a cenar y conocernos un poco mejor ya que según él había que ir acostumbrándose a la vida de casados.
El viaje hasta la mansión, alejado del centro de Moscú, fue silencioso y rápido. Ya no se veían personas agrupadas en las calles y la intensidad de las Luces había disminuido como solían hacerlo en una noche cualquiera.
Nuestra ciudad siempre se recuperaba de los ataques de los mutantes, sin importar la gravedad.
Mi padre no se despidió de mí cuando entramos a nuestro hogar, simplemente atravesó la puerta de entrada y se dirigió hasta su despacho, donde comía, trabajaba y hasta dormía.
Así que subí las escaleras en silencio hasta mi habitación y una vez dentro apoyé mi cabeza sobre la puerta cerrada, más agotada de lo que me había imaginado. Debían ser cerca de las doce de la noche y ya no soportaba estar con el cabello trenzado tan apretado, así que después de quitarme el abrigo plateado me pase los dedos por entre los nudos mortales de mi cabeza.
Me masajeé el cuero cabelludo lentamente, y para cuando abrí los ojos me sorprendió encontrar la habitación con la luz en el nivel más bajo. Apenas había reflejos que me permitían distinguir los muebles y el suelo.
Mierda. ¿Cómo podría olvidar algo así?
Había tenido sus ojos verdes en la cabeza toda la noche y cuando por fin llegaba aquí ni siquiera me había molestado en ver si el gatito gigante seguía debajo de la cama.
Mi corazón comenzó a golpear rápidamente en mi pecho cuando noté que el vidrio seguía apoyado precariamente sobre su marco, ni un milímetro corrido de donde yo lo había dejado.
¿Podía ser acaso...?
Me quité los zapatos en silencio y los dejé a un lado de la puerta. Ya se me habían acostumbrado los ojos a la poca luz que había en la habitación.
Él debía de seguir allí, bajo mi cama, sin hacer ningún sonido. ¿Por qué no se había ido todavía? Las Luces también habían bajado de intensidad, no tanto para permitir la oscuridad pero si al menos para que pudiera irse. Era la oportunidad perfecta para que escapara.
Me acerqué a la cama y me arrodillé en el suelo, levantando la colcha lentamente. Sus ojos verdes me atraparon de inmediato, su cuerpo oculto entre las sombras debajo del mueble. Se había recostado en una posición mucho más cómoda; con las patas y el torso formando una bolita perfecta, con el hocico apoyado en el suelo y la cola esponjosa a su alrededor.
Noté la secreta satisfacción que me produjo volver a verlo, a pesar de que no podría ocultarlo por mucho tiempo más si seguía negándose a irse.
Me fui a encerrar unos minutos al cuarto de baño para lavarme la boca, el rostro y quitarme el ya molesto vestido e intercambiarlo por un cómodo conjunto blanco con el que dormía; pantalones y camiseta.
No tenía idea de lo que pasaría cuando me quedara dormida. Tal vez le daba hambre y se le daba por probar un pedacito de mi pierna. Retiré la colcha con cuidado, atenta a si escuchaba algún sonido amenazante.
Gracias al cielo pude sentarme sin problemas y subí rápidamente los pies para recostarme. Me tapé con las sábanas hasta las orejas, pensando que no podría pegar un ojo en toda la noche.
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MÚROM #1 [Completa ✅]
Teen FictionEn el año 2.594 nuestra ciudad se erguía imponente y perfecta, creciendo sobre la destrucción y la guerra que nos había azotado hacia cientos de años, rodeada por los altos muros blancos que nos protegían de un exterior salvaje y deteriorado. Éramos...