Capítulo 23

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Corrí por el sendero como si fuese el mayor propósito de mi vida, o como si me estuviera persiguiendo algún cara podrida. Pasé como un rayo a través de la maleza y raíces sueltas, muchas veces patinando entre el barro, pero aun así no me detuve. Tenía que llegar con Vasily antes de que Eva me alcanzara y sabía por experiencia que todos los mutantes eran extremadamente rápidos.

Tuve miedo por unos minutos, cuando el sendero empezó a desaparecer bajo mis pies, pero agradecí mi memoria fotográfica cuando reconocí un árbol caído que habíamos cruzado con Leonid varias semanas atrás. Estaba cerca, lo sabía, y sonreí como una tonta cuando vi a lo lejos la enorme pared de roca. No podía creer que no me había perdido por el medio del bosque.

De repente una oscura figura saltó frente a mí, desde lo alto de un pino, aterrizando en silencio a unos escasos metros por donde corría. Grité por la sorpresa y me detuve de golpe, patinando entre la tierra y cayendo de culo al suelo.

Mis ojos recorrieron rápidamente desde sus pies desnudos, su pantalón negro ajustado, su pecho al aire lleno de cicatrices, sus ojos oscuros y el cabello excesivamente corto. El aire se atoró en mis pulmones y sentí que toda la sangre huía de mi rostro cuando nuevamente me quedé enganchada en esos terroríficos ojos negros, dejándome quieta en mi lugar, sin respirar, como un ciervo ante los faros de un vehículo. Como una presa ante un depredador.

–¿De quién te estás escapando humana? –me gruñó. La boca de Grigori haciendo una mueca al pronunciar la última palabra.

Respiré agitadamente, el sudor frío recorriendo mi nuca. No podía hablar, no podía ni siquiera moverme de mi patética posición en el piso. Sus ojos eran brutales, tenían el mismo efecto magnético que los de mi padre, como dos agujeros negros que absorbían todo a su paso. Sentía que hasta podía ver mi alma. Tragué saliva pesadamente.

–¿Vas a responder? –volvió a preguntar de mala manera, aunque por suerte no se acercó. Mantenía su típica posición despreocupada y presumida, pero con los hombros rígidos y las manos en puños a sus costados.

–Yo... eh, necesito ver a Vasily –susurré.

El mutante arqueó una ceja y se rio de mí, una risa falsa y condescendiente. La piel de mis brazos se erizó en advertencia, pero no podía dejar de mirarlo, como la primera vez que lo había visto. Era absorbente y me preocupaba que tuviese ese efecto sobre mí.

–¿Necesitas? –se burló– ¿Desde cuándo crees que nos importa lo que tú necesitas?

Oh oh.

Parpadeé y lentamente moví mis pies para levantarme, intentando no hacer movimientos bruscos, me apoyé en mis rodillas y con mucho cuidado me paré frente a él, aunque al igual que Leonid mi cara apenas si llegaba a su pecho, por lo cual, el pánico todavía se aferraba a mis músculos con saña.

–Me gustaría... hablar con el líder.

Grigori bajó la vista y analizó todo mi cuerpo con mucho cuidado, su rostro sin expresión comenzó a esbozar una mueca de interés cuando me miro las piernas. Me tensé, en alerta, cuando dio un paso hacia mí y retrocedí torpemente. No podía creer mi mala suerte. ¿Él se atrevería a hacerme daño? Sería un momento ideal para que apareciera Eva.

–Te gustaría... –murmuró entre dientes, y sus ojos volvieron a clavarse sobre los míos– ¿Qué es exactamente lo que tienes que hablar con Vasily?

No es asunto tuyo.

–Pues... en realidad él quería hablar conmigo, entonces... bueno aquí estoy.

–Ya veo, aquí estas –apenas si me mostró una sonrisita burlona antes de ponerse serio nuevamente.

Mi corazón marchaba a toda velocidad y tenía unas terribles ganas de salir corriendo, pero no serviría de nada, me alcanzaría en menos de dos segundos. Por favor, que no me hiciera daño. ¿Si gritaba alguien me escucharía desde este lado del pueblo?

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora