Capítulo 10

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*Doble actualización: Parte 1 de 2*


Estaba corriendo por el bosque, sola y muerta de frío, había nieve cayendo por todas partes y la oscuridad no me dejaba ver nada. Corría desesperadamente, intentando alejarme de los gruñidos tras mi espalda, algo o alguien me perseguía por la oscuridad, y nunca había sentido tanto miedo en toda mi vida.

Me tropecé incansables veces con las raíces levantadas de los árboles, y mis manos estaban agarrotadas por el frío, en lo único que podía pensar era en Leonid, en donde estaría y en por qué me había dejado sola. Él había dicho que iba a protegerme.

Me mintió.

Me desperté con un jadeo, con el corazón martillando en mi pecho y el sudor empapando mi frente. En un primer momento no vi más que oscuridad a mi alrededor y temí estar dentro de mi sueño una vez más, pero una mano firme y cálida me acarició el brazo.

Me relajé instantáneamente, su olor estaba por todas partes y podría reconocerlo en cualquier lugar del mundo.

–¿Estás bien Nika? ¿Tuviste una pesadilla? –murmuró muy cerca de mi rostro.

–Si, estoy bien –susurré todavía un poco agitada. La oscuridad no me molestaba, si estaba con Leonid todo estaba bien.

–¿De qué era tu pesadilla? –preguntó de repente, había dejado su mano sobre mi brazo, dándome seguridad.

–Era sobre la oscuridad –murmuré, los recuerdos venían a mi como ráfagas y no sé por qué pero obvie la parte en la que algo me perseguía, no quería que pensara que él me asustaba.

Lo que me perseguía en mi sueño era algo mucho más grande y aterrador que un mutante.

–No te preocupes, la oscuridad no hace nada, es solo tu mente inventando cosas dentro de ella –me tranquilizó y me acarició el brazo una vez más. Estaba muy cerca y a pesar de que solo me tocaba con su mano me puse toda colorada.

Él tenía razón, solo era mi mente, la oscuridad no era mala en realidad, solo me habían enseñado que así era.

–Descansa Nika, no te preocupes, estaré a tu lado –prometió.

Cerré los ojos relajándome, y volví a dormirme, esta vez sin pesadillas, arrullándome con el sonido de su respiración.

A la mañana siguiente me desperté completamente sola, pero me di cuenta que debía de ser bastante tarde porque no hacía tanto frío en la habitación. El aroma de Leonid aún seguía por toda la cama y me levanté perezosamente para vestirme.

Mientras me colocaba la ropa me di cuenta que me dolían prácticamente todos los músculos del cuerpo, pero aún así quería salir y seguir aprendiendo y explorando, mi cuerpo debía acostumbrarse a este nuevo ritmo.

Acomodé las mantas de la cama y me coloqué los cómodos zapatos que me había dado Leonid y unos minutos después él entró por la puerta, por suerte se acordó de tocar antes de entrar.

–Buenos días –susurró, traía en sus manos un cuenco humeante de lo que debía de ser té.

–Buenos días –le respondí, poniéndome colorada. Mierda en serio debía dejar de hacer eso.

–Te traje algo para empezar tu día –se sentó a mi lado en la cama y me peiné un poco el cabello con mis manos, sintiéndome avergonzada.

–Gracias Leonid –me entregó el cuenco con té caliente y delicioso y un enorme trozo de pan.

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora