*Doble actualización: Parte 2 de 2*
–No creo que sea nada grave –comentó Leonid– pero me preocupan las infecciones.
Él se puso frente a mí y pasó su mano por detrás de mi rodilla, inspeccionando de cerca la herida, su contacto me hizo estremecer. Nunca un hombre me había tocado la pierna. En realidad, ningún hombre me había tocado tan íntimamente como lo había hecho Leonid.
–¿Te duele? –preguntó levantando la vista, estaba muy cerca de mi rostro y sus ojos verdes parecían penetrar mi alma.
–No tanto... –jadeé como una tonta. Él se me quedó mirando un rato más. Había algo en sus ojos que no podía identificar, parecía confundido.
–Permíteme Leonid –la mujer se acercó a nosotros y colocó en una mesa a mi lado unas botellas de desinfectantes, gasas, guantes y elementos de sutura.
Leonid se puso a mi lado, observando atentamente.
–Hola cariño, mi nombre es Marina, ¿cómo te sientes? –me preguntó dulcemente, sus ojos eran más celestes que el cielo.
–Estoy bien, gracias, no me duele mucho –respondí.
–Estas un poco pálida. ¿Qué sucedió exactamente? –tomó los guantes y se los colocó cuidadosamente, me puse inesperadamente nerviosa.
–Solo tropecé, fue un accidente –dije esto último dando una pequeña mirada a Leonid. Realmente había sido innecesaria su actitud hacia las chicas, ellas no tenían la culpa de mi descuido.
–No te preocupes –continuó Marina mientras tomaba mi rodilla con sus manos y la inspeccionaba– solo parece una herida superficial.
Tomó una pequeña tijera y cortó la tela alrededor de la herida. Adiós a mis calzas térmicas. Con una gasa humedecida en desinfectante comenzó a limpiar la herida lentamente, me empezó a arder un poco, pero no era insoportable.
La sangre volvió a brotar, y a pesar de que Marina la limpiaba no parecía detenerse, me estaba empezando a preocupar, sus guantes también se estaban manchando.
La doctora negó con la cabeza.
–Lo siento Nika, parece que voy a tener que hacerte una pequeña sutura.
Tomó rápidamente los instrumentos de sutura y comencé a sentirme mareada. No podía apartar los ojos de mi herida sangrante y de sus dedos colocando el hilo a la aguja.
–¿Estás bien? –susurró Leonid a mi lado.
Mis ojos volaron hacia él, me sentía sudorosa y con el estómago revuelto, no creía que estuviese muy bien, pero no sabía el por qué. ¿Acaso tenía algún tipo de infección? ¿Era posible que tuviese síntomas tan pronto?
–Me siento un poco mal –comenté en voz baja.
Él se puso frente a mí, cubriéndome la vista de mi rodilla extendida hacia la doctora, inesperadamente me tomó de la mano y me sonrió.
–Tranquila, no pasa nada –murmuró– estuviste muy valiente sanándome a mi aquella noche, no te rindas ahora.
Me puse toda colorada, ante su comentario y por su cercanía. Le apreté la mano en cuanto sentí el primer pinchazo, por suerte no había sido muy doloroso. Leonid se quedó frente a mí, evitando que mirara como la doctora cosía mi herida.
Miré mi mano entre la suya, mucho más pequeña y pálida y todas las sensaciones malas se esfumaron. Aquel momento resultaba perfecto, él cuidándome y mi mano entre la suya.
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MÚROM #1 [Completa ✅]
Teen FictionEn el año 2.594 nuestra ciudad se erguía imponente y perfecta, creciendo sobre la destrucción y la guerra que nos había azotado hacia cientos de años, rodeada por los altos muros blancos que nos protegían de un exterior salvaje y deteriorado. Éramos...