Capítulo 17

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Kira nos esperaba recostada sobre un tronco y con los brazos cruzados sobre su pecho, tenía el ceño fruncido y evitaba mi mirada. Me hundí rápidamente en una sensación de vergüenza y culpabilidad por todas las cosas horribles que había dicho. Ella no se merecía el vómito verbal que le había arrojado. Incluso me aguantaría si sentía la necesidad de golpearme, porque me lo merecía.

Leonid se veía tranquilo junto a mí y todavía me tomaba de la mano fuertemente. Yo por otro lado, me sentía un híbrido entre una babosa y una gelatina, además de que tenía la cara roja como un tomate.

Nos habíamos besado. Bueno, literalmente me había devorado con su boca y me había aferrado y pegado a su cuerpo de una forma bastante vergonzosa. Esperaba que hubiese sido lo suficientemente bueno para él. Había sido mi primer beso.

Me detuve frente a mi amiga y me mordí el labio, ella me miró alzando las cejas, su chispeante sonrisa no se veía por ningún lado.

–Lo siento Kira –murmuré–, fui horrible.

–Si, lo fuiste –rodó los ojos hacia el cielo–. Y se supone que yo soy la exagerada, tú sacaste todo de quicio por nada. Fuiste tan tonta que estaba a punto de morderte.

Auch, lo decía en serio.

–No te preocupes –interrumpió Leonid–, la próxima vez que lo haga yo mismo me encargare de morderla.

–Asegúrate de que sea en el culo –Kire le guiñó un ojo.

Ahogué un gemido mientras ella sonreía y se acercaba para abrazarme. Me solté de la mano de Leonid para rodearla con mis brazos, ella era unos centímetros más alta, pero me apretó fuertemente contra su tonificado cuerpo.

–No volvamos a pelear –susurró y le asentí con la cabeza.

Todavía me sentía un poco culpable, así que haría todo lo posible en remendar la amistad con Kira. Ella y las demás eran demasiado importantes para mí, eran parte de mi vida.

Leonid volvió a tomarme de la mano y sonrió dulcemente, parecía tranquilo y agradecí internamente que su mal humor no estuviese a la vista. Me había sorprendido con su extrema furia ante mi intento de huida.

Nuestro grupo se había reducido considerablemente cuando nos acercamos a los troncos junto al fuego. Eva, Fabi y Katia seguían ausentes.

–¿Estás bien? –preguntó Leonid una vez que nos sentamos entre todos los mutantes.

Me sonrojé cuando lo miré a los ojos. Mierda, iba a ser difícil no pensar en lo que sus ardientes labios podían hacer conmigo cada vez que lo mirara.

Le asentí con la cabeza y le devolví una pequeña sonrisa. Comí en silencio, escuchando como Kira parloteaba con Luka y Anton sobre lo estúpida que había sido su hermana anoche al intentar derribar ella sola a uno de los infectados.

No me pasó por alto cómo mi cuerpo se había relajado considerablemente después de ese beso, me sentía en paz, tranquila, y por dentro notaba pequeños cables que me tiraban constantemente hacia el cuerpo de Leonid. Anhelaba volver a estar en sus brazos y con su boca sobre la mía. No sabía qué pensar al respecto, y de repente la idea de pasar la noche solos se me hacía inquietante.

Kira se convirtió en mi sombra después de la comida, supuse que las órdenes de Leonid se seguían al pie de la letra y me alivió verla tan radiante y enérgica como siempre. Eso significaba que mis palabras no la habían herido tan profundamente.

Estábamos solas en una cabaña de abastecimiento que jamás había visto, llena de cuchillos, dagas, martillos y toneladas de cuero. Y me quedé maravillada observándola trenzar el cuero para dar forma a unos cinturones especiales para portar armas.

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora