Capítulo 2

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Mis clases de la mañana ya habían acabado y me dirigí por el imponente rascacielos hacia el cuarto piso, para que la plataforma me llevara al edificio de al lado, donde estaban los laboratorios.

Me apretujé en mi abrigo blanco mientras me subía a la plataforma, que se deslizaba lentamente hacia el edificio contiguo como una larga alfombra plateada. Me apoyé en el barandal de uno de los costados y observé las Luces de mi ciudad y más allá, a lo lejos, el imponente muro.

–Hey Nika –me saludó Alina, una de mis compañeras, colocándose a mi lado en la plataforma.

–Buenos días Alina, ¿cómo estás? –pregunté mientras me bajaba un poco el cuello peludo de mi abrigo. Me tenían harta esos pelos en la nariz.

–Muy bien, mis exámenes están en la cima y adelante tres de los cinco trabajos que nos dejaron para esta semana.

Como siempre, y como casi todos los estudiantes de allí, las conversaciones giraban en torno a lo mismo la mayoría de las veces. Un poco aburrido.

Alina era muy inteligente, sacábamos casi las mismas notas, pero con la única diferencia que yo no me esforzaba tanto como ella. Todos los estudiantes tenían un promedio excelente (dejando de lado algunos que ocasionalmente eran sacados del instituto por su falta de "capacidad intelectual") y Alina y yo éramos de aquellas que se destacaban aún más del típico sobresaliente de la mayoría.

Ella me pasaba varios centímetros, bueno, casi todo el mundo me pasaba varios centímetros, excepto las niñas de doce años, tenía el cabello rubio, recortado recto por la espalda y apretado en una trenza que le salía de la nuca. Me dolía el cuero cabelludo de solo mirarla.

Tenía unos apuntes en sus manos y sus ojos celestes recorrían ávidamente cada oración, como si estuviera leyendo la mejor noticia de su vida. A mi alrededor, los demás chicos que cruzaban hacia el edificio de los laboratorios también estaban inmersos en el mundo de las matemáticas o lecturas filosóficas.

–¿No tienes que repasar nada? –preguntó al notarme mirarla fijamente.

Me encogí de hombros y como me pareció descortés me apresure a responder.

–No, ya lo hice en el descanso.

Eran puras mentiras, pero no tenía necesidad de repasar nada, podrían tomarme un examen sorpresa que lo pasaría enseguida. Estudiar me aburría, pero era por el hecho que absorbía las cosas demasiado rápido y no tenía que volver a releer. Amaba mi memoria fotográfica.

Continuamos en silencio y pasamos cerca de un área en construcción, donde las máquinas con más de cuatro brazos biónicos cada una se movían en perfecta sintonía. Estaban trabajando sobre el muro.

Nadie levantó la vista hacia allí, a pesar del ruido que estaban haciendo, solo yo me quede pasmada mientras observaba a las máquinas terminar de cubrir la última capa del muro con un material espeso y blanco, pero no antes de que alcanzara a divisar la enorme grieta que había sido provocada probablemente por alguna bomba.

Me recorrió un estremecimiento por la espalda que no tenía nada que ver con la brisa helada de Moscú. Todos estaban allí, a menos de treinta metros de lo que había sido una catástrofe y simplemente repasando sus apuntes. ¿Es que acaso ni siquiera se les ponía la piel de gallina?

–¿Qué pudo haber pasado? –le pregunté.

Ella tardó unos segundo en levantar la vista hacia el muro.

–Algún ataque de los salvajes –contestó antes de volver a su mundo–, o de los rebeldes.

Dejamos atrás el ruido de las máquinas y traté de dejarlo pasar, tenía bien en claro cuando Alina tenía ganas de hablar y cuando no.

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora