Capítulo 12

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Al día siguiente volví a despertarme tarde, no hacía tanto frío dentro de la cabaña y me sentía completamente renovada. Aunque mis músculos se quejaron cuando me levanté y comencé a vestirme estaba emocionada de pasar un día más en aquel pueblo.

¿Qué cosas aprendería hoy? ¿Probaría algún nuevo alimento? ¿Akeila intentaría matarme de nuevo? No lo sabía exactamente, pero de cualquier forma no podía esperar a Leonid.

Salí de la cabaña cuando estuve totalmente vestida, me asomé lentamente por el borde y me arrepentí de inmediato de haber salido por mi cuenta, pero ya estaba allí, así que me agarré bien de la baranda y comencé a bajar de espaldas por la extraña escalera.

Llegar al piso me tomó un poco más de tiempo de lo que pensé, pero una vez en la seguridad de la tierra retomé el camino hacia el centro del pueblo. No estaba muy segura de hacia dónde era, pero luego de caminar un par de minutos escuché conversaciones a los lejos y el crepitar del fuego.

Me auto felicité por mi pequeña destreza y me perdí dentro de los mutantes que caminaban a mi alrededor. Al parecer el día allí comenzaba temprano y todos ya estaban haciendo sus tareas. Me sentí un poco mal al darme cuenta de que, probablemente, era la última en despertar.

Pude reconocer a algunas personas mientras caminaba, muchos me sonrieron y por suerte no estaba a la vista ni Akeila ni su odiosa madre. Atravesé todo el centro del pueblo en dirección al baño de las chicas e intenté ser lo más valiente posible mientras me volvía a adentrar en el bosque. Por suerte no era la única que se dirigía al baño. Pude reconocer a Yulia, la prima de Glev y caminamos juntas.

–Te queda muy bien esa ropa –susurró– Ahora si pareces uno de los nuestros.

–Gracias, es muy cómoda –toqué el material rígido y grueso que cubría mi brazo– y mantiene muy bien la temperatura.

–¿Cómo está tu rodilla? –preguntó– Glev me dijo que habías tenido un pequeño accidente.

–Está bien, hoy tengo que ir con Marina para que me cambie el vendaje –no pude evitar recordar la mano de Leonid acariciando mi herida– ¿Sabes dónde están Eva y las gemelas?

–Salieron temprano, creo que les tocaba cazar.

Imaginé cómo se verían mis nuevas amigas en su aspecto animal, corriendo detrás de venados y clavando sus dientes en la carne del animal. Matando.

Me despedí de Yulia cuando llegamos al pueblo, ella tenía tareas que hacer y yo no estaba segura a quien seguir si las chicas estaban ocupadas. Me arrepentí de no haber esperado a Leonid.

Caminé hacia donde estaba la gran cabaña-cocina donde preparaban el alimento, allí seguro necesitarían ayuda y era una tarea que podía hacer sola con poco esfuerzo.

Dentro del lugar había varias mujeres cortando y limpiando vegetales y había un enorme cuenco en el suelo repleto de lo que parecía ser arroz. Ese si era un alimento con el que estaba familiarizada.

–¡Hola Nika por aquí! –me gritó Agata, saludándome con una sonrisa.

Me sentí más tranquila ante su recibimiento y me puse a su lado en la larga mesa de madera.

–Hola Agata, buenos días –saludé.

–¿Cómo estás cariño? ¿Qué tal tu rodilla? –me preguntó dulcemente. Bueno, las noticias parecían volar.

–Estoy bien, Marina hizo un buen trabajo –tomé uno de los enormes cuchillos y la ayudé a cortar los vegetales como me había enseñado el otro día.

–Es una suerte que Marina esté con nosotros –continuó– es una excelente doctora.

No me animaba a preguntar cómo es exactamente que terminó viviendo en aquel pueblo, y también me daba miedo la respuesta, ¿había sido tan fácil escapar de la ciudad? ¿Nadie la había buscado?

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora