Capítulo 16

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Me sentía cómoda y caliente, en paz y tranquila, mientras unos dedos ásperos y ardientes se deslizaban por mi brazo una y otra vez, apenas rozándome.

Me revolví entre las mantas, sonriendo ante el aroma varonil impregnado en la almohada, en el fondo de mi mente dormida sabia de quien era y visualicé su rostro, su sonrisita traviesa, su cabello negro y esos ojos de muerte.

Sentí una caricia en mi mejilla, una estela ardiente que se detuvo detrás de mi oído, donde escuché un ronroneo profundo, animal. Gemí cuando el roce en mi brazo se deslizó hacia arriba y dibujo trazos en mi cuello desnudo.

–Leonid... –murmuré entre mi cálido sueño.

Se sentía tan real que hasta podía oler su perfume a bosque y madera, y hasta juraba que escuchaba su risita de listillo cerca de mi rostro.

–No sabía que soñabas conmigo –susurró– me siento halagado.

Abrí los ojos de golpe, dándome cuenta que no estaba tan dormida como pensaba y me choqué de frente con la vista de Leonid recostada a mi lado, con el pecho desnudo, el cabello negro revuelto y su sonrisa.

Oh genial.

Le fruncí el ceño mientras me ponía toda colorada y me cubrí bruscamente con la manta toda la cabeza. Era insoportable, ya empezaba desde temprano a molestarme. Escuché su risa ahogada y luego me quitó la manta de un manotazo.

–¿Cómo estás? –me preguntó más serio– ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo?

Me miraba atentamente, recostado de lado mientras apoyaba la cabeza en su mano, me parecía tan hermoso que sentí la cara caliente otra vez. Me costaba creer que durmiera con un chico tan lindo.

Parpadeé en un intento de concentrarme en la realidad y dejar de pensar estupideces. Me removí un poco sobre el colchón haciendo un recuento de mis daños.

Bueno, las piernas me dolían como la primera mañana después de haber caminado durante dos días seguidos y sentía el vendaje pegado incómodamente sobre la herida, pero por lo demás me sentía relativamente bien.

–Estoy... bien –murmuré– la herida de la pierna se siente extraña.

–Seguramente hay que cambiar la venda –respondió.

Levantó la mano y acarició un mechón de mi larga melena con sus dedos, parecía fascinado mientras lo miraba.

–Me encanta tu pelo tan largo –susurró mientras lo estiraba sobre las sábanas que nos cubrían– y es muy oscuro.

Me mordí el labio mientras regresaba su mano a mi cabeza y tomaba otro mechón para acariciarlo delicadamente.

–El tuyo es más oscuro –le respondí tratando de que no me temblara la voz.

Mierda cada vez era más difícil estar cerca de él sin pensar en alguna locura. Ahora mismo estábamos solos, en la cama, muy juntos, él estaba desnudo de la cintura para arriba y yo no podía parar de retorcer las manos debajo de la manta.

Tranquila Nika, contrólate.

–El mío es más rizado –continuó estirando el mechón, observando su largo– y el tuyo es más suave.

Sus ojos regresaron a mi cara y de inmediato dejó de mover sus dedos, estaba a punto de preguntarle qué iba mal cuando se echó a reír.

–No lo puedo creer –se volvió a reír– ¿Te estás poniendo roja otra vez?

Oh genial.

Rodé los ojos hacia el techo y le aparté la mano de un golpe. Era insufrible.

–Eres insoportable –le respondí enojada mientras seguía mirando al techo.

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora