Leonid me cargó en brazos un par de horas más tarde, en primer lugar, porque estaba agotada de intentar seguirle el ritmo de baile a las chicas y en segundo lugar porque bueno... estaba un poco borracha.
Solo un poco, pero lo suficiente para tambalearme como ciervo recién nacido. No me había esperado que Eva trajera una nueva botella de alcohol a mitad de la noche y a diferencia de la primera bebida esta era dulce y un poco cítrica, quemaba al pasar por mi garganta, pero tomé varios tragos de todas formas. Había sido estimulante.
Y él se había enojado, por supuesto. No era él mismo si no se enojaba por algo cada pocas horas.
–Te dije que no le hicieras caso a las gemelas –gruñó mientras me cargaba en la oscuridad–. No te puedo dejar sola ni dos minutos.
Me reí entre dientes y le apreté el cuello más fuerte con mis brazos en un intento de que la cabeza dejara de darme vueltas.
Quién iba a decir que era tan divertido emborracharse. Incluso en la intemperie del bosque no sentía frío en absoluto, al contrario, mi piel estaba ardiendo y los músculos estaban entumecidos de tanto bailar.
–Eres taaan enojón –murmuré sobre su cuello y lo oí suspirar.
El baile había sido difícil, para que negarlo, jamás en mi vida había tenido que bailar o intentar moverme de forma coordinada, pero luego de varios intentos, caídas y risas a mi consta le había captado la onda. Hasta había bailado con Glev enfrente de su horrorosa hermana.
–Sujétate fuerte Nika –me dijo antes de empezar a subir la escalera vertical con solo una mano.
Me agarró vértigo cuando mi cuerpo empezó a sacudirse de un lado a otro junto al suyo, y la sensación de mareo aumentó cuando la escalera empezó a moverse bruscamente. Me aferré a su cuello y ajusté mis piernas alrededor de su cintura. Estaba en total modo garrapata y a él no parecía molestarle. La sola idea me hizo reír tontamente sobre su hombro. Escuché perfectamente como abría la puerta de su cabaña y después de entrar la cerraba de un portazo.
Ay seguía molesto.
Y yo me lo quería comer a besos.
Le acaricié el cuello con mi nariz y suspiré deleitándome con su aroma a madera y pinos del bosque.
Leonid caminó unos pasos y me dejó caer sin cuidado sobre la cama, haciendo que mi cuerpo rebotara sobre el colchón.
–¡Hey! –me quejé mientras aferraba mi cabeza con mi mano, la habitación a oscuras no ayudaba para nada a mitigar la sensación de vértigo.
La luz tenue de una vela iluminó las paredes de la cabaña con un destello cálido, y giré la cabeza para ver a Leonid de pie junto a la cama, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Mierda que hermoso que era, hasta cuando estaba enojado.
Le sonreí con picardía y estiré mi mano para atraerlo a la cama conmigo, pero me ignoró. Suspiró y se revolvió el cabello negro con una mano.
–Si vomitas en mi habitación voy a tener que matarte –murmuró y me reí–. Hablo en serio.
–Relájate Leonid, estás muy tenso –respondí con una sonrisa–. Siempre estás tan... rígido.
Me volví a reír cuando rodó los ojos hacia arriba. Dios mío, que bien se sentía tomar alcohol. Mi cuerpo estaba relajado y la risa se escapaba fácilmente de mis labios. Él también había tomado, pero se veía fresco como una lechuga, yo en cambio no me sentía capaz ni de sentarme.
–Mañana te vas a sentir como la mierda –murmuró mientras caminaba hacia el baúl de madera–. Te vas a arrepentir de haber bebido.
Pero qué exagerado que era, apenas si habían sido unos traguitos de nada.
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MÚROM #1 [Completa ✅]
Teen FictionEn el año 2.594 nuestra ciudad se erguía imponente y perfecta, creciendo sobre la destrucción y la guerra que nos había azotado hacia cientos de años, rodeada por los altos muros blancos que nos protegían de un exterior salvaje y deteriorado. Éramos...