Capítulo 15

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Me alejé de sus manos, sintiéndome mal, asfixiada. La cabeza me daba vueltas, imaginando escenarios caóticos de sangre y destrucción, de niños secuestrados y laboratorios secretos.

Miré el piso. Me miré las manos.

–Esto no puede ser –comenté para mí misma–, tiene que ser un error, debe de ser alguna otra cosa...

Pensé en mi padre, en el monstruo que se ocultaba en sus ojos negros. Recordé sus golpes, sus manos firmes, el aliento caliente en mi rostro cuando me gritaba. ¿Sería capaz de...?

Mierda si, sería capaz, muy en el fondo sabía que era capaz de cualquier cosa. Pero esto era demasiado grande, incluso demasiado grande para él. Para algo así necesitaba la aprobación del Consejo y del gobernador Konstantine, ¿podía ser que todos ellos lo supieran?

No quería creerlo, porque de ser así estaban faltando a todas nuestras nuevas leyes que velaban por la seguridad de los ciudadanos y la transparencia de información.

–Es así Nika –respondió, seguía molesto, no le gustaba hablar del tema– nosotros entramos a la ciudad luego de cada ataque, intentando encontrar alguna pista o alguna entrada al laboratorio. Estamos desesperados por encontrarlos, si es que siguen con vida.

Se dio la vuelta y empezó a caminar otra vez, a cada minuto que pasaba la cabaña estaba más oscura, el crepúsculo estaba cerca.

–¿Y se desquitan con algunos ciudadanos? –repliqué– Porque entiendo que es una situación de mierda, pero la gente que está en la calle es la que menos tiene la culpa. No tienen por qué entrar a matarlos, la venganza contra personas inocentes no soluciona nada Leonid.

Paró de caminar y me miró.

–No puedo creer que seas tan tonta –murmuró con los dientes apretados– ¡Nosotros no matamos a nadie! ¿Me crees capaz de hacer algo así, de matar a alguien inocente?

Estaba enfadado, y yo también. Prácticamente me estaba negando todo lo que le decía sobre mi ciudad, y era yo la que había estado viviendo allí por más de diecisiete años.

–¿Cómo que no matan a nadie? –le grité de nuevo–– Hay funerales luego de cada uno de sus ataques y conocí a un montón de personas que perdieron familiares de esa forma. Sale en todas las noticias.

Estaba mintiendo, tal vez él no mataba a nadie, pero sin duda alguno de los otros mutantes si lo hacía, de otro pueblo o especie, pero alguien lo hacía.

¿Qué otra explicación habría? ¿Infartos en masa?

Leonid se refregó la cara con las manos y me volvió a mirar, parecía estar perdiendo la paciencia, y yo también, me sentía fuera de control.

–Esos androides no solo van detrás de nosotros Nika –susurró, se acercó a mí y me agarro de los brazos de nuevo–, sino que también eliminan a cualquiera que esté cerca y que sea testigo. Tu misma gente provoca los asesinatos para crear pánico y que nos odien.

Sentí como si me hubiese dado una descarga eléctrica.

Suficiente y demoledor. No había mejores palabras para explicarlo, ya no quería saber nada, eso último me había golpeado como si me hubiese atropellado un tren.

–Quiero estar sola –le murmuré mientras me retorcía para apartarme de sus brazos.

Le pasé por al lado. Él ni se movió y salí casi corriendo de la cabaña de suministros, tratando de contener las lágrimas. Esto era demasiado.

El corazón me latía tan rápido que no escuchaba nada más a mi alrededor, la desesperación y la furia me atravesaban de forma casi dolorosa.

Quería creerle y al mismo tiempo no, porque si en verdad era eso, si en verdad mi propia gente nos masacraba para manipularnos eso significaba que... que mi madre...

MÚROM #1 [Completa ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora