Leonid
Me sentía como la mierda.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero parecían horas. Interminables horas donde no había hecho mas que quedarme tirado debajo de esa cama que olía a lavanda, jadeando de calor mientras la cabeza me daba vueltas.
Todavía tenía ganas de vomitar. Y estaba de mal humor.
No entendía como diablos hacía tanto calor dentro de esa casa, era insoportable. Tenía la tentación de cambiar de forma para, al menos, deshacerme de esa capa de pelo extra que lo volvía todo más complicado. Había estado esperando un ataque o una emboscada, pero ninguna de las dos cosas había pasado.
La niña no mentía.
No sabía por qué, pero me estaba cubriendo, ocultándome dentro de su habitación a pesar de los riesgos. ¿Sería una nueva integrante del grupo simpatizante? No tenía idea, pero pensaba averiguarlo.
Cuando no pude soportarlo más dejé que mis músculos se relajaran, cerrando los ojos y respirando por la nariz para poder cambiar de forma. Fue difícil, todavía estaba tenso y la herida del estómago me dolía mucho, pero al final suspiré de alivio cuando la piel de mi cuerpo hizo contacto con el suelo. No estaba frio, pero sí mucho más fresco que el aire viciado.
Me retorcí debajo de la cama para poder salir. El espacio no era para nada cómodo, pero era el lugar perfecto para mantenerme lejos de esas luces del demonio. Gruñí cuando me arrastré fuera y tuve que entrecerrar los ojos y bajar la vista para no quedarme ciego de nuevo.
Me arrodillé a un lado de la cama, todavía atento a cualquier sonido o moviendo extraño. No había escuchado nada luego de que la chica desapareciera por la puerta. Y eso me ponía nervioso, por lo general estaba acostumbrado a que los sonidos del bosque me rodearan, pero allí parecía que estaba dentro de una cueva perdida en el medio de la nada.
Luché por ponerme de pie, jadeando por el mareo en mi cabeza. Habría creído que luego de retirar la bala mi salud mejoraría, pero no estaba siendo el caso. La espuma en mi boca había dejado de acumularse, siendo reemplazado por una sed insoportable. Necesitaba agua. Con urgencia.
Cuando estuve seguro que no me caería al suelo me atreví a dar unos pasos por la habitación, escaneando todo con el ceño fruncido. El lugar era horrible, había cosas extrañas por todas partes, blancas y brillantes, y el olor a desinfectante todavía era persistente.
La cama se veía increíble, no lo iba a negar, tenía la tentación de tirarme sobre ella para estar mas cómodo, pero no sería tan estúpido de exponerme de esa forma. Había una mesa en el otro extremo de la pared, con una pequeña luz que parpadeaba en un extremo. También había una silla con algo de ropa en un rincón. Me acerqué, cauteloso, y tomé una camiseta blanca.
Me la acerqué a la nariz e inhalé, comprobando que se trataba de las prendas de la niña insoportable. El aroma a lavanda era inconfundible, pero por debajo de ese perfume pude apreciar el olor de su piel. Su piel humana.
Olía... muy bien la verdad.
Sacudí la cabeza y tiré la camiseta de mala gana de nuevo a su lugar. Tenía que dejar de pensar estupideces y concentrarme en buscar agua antes de que se me cayera la lengua por lo seca que la tenía.
Estaba seguro que una de las puertas que estaba al otro lado de la habitación era la salida, así que fui directo hacia la puerta más cercana, donde el aroma a lavanda se hizo intenso. La empujé con cuidado, gruñendo ante las luces brillantes que había allí dentro.
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MÚROM #1 [Completa ✅]
Teen FictionEn el año 2.594 nuestra ciudad se erguía imponente y perfecta, creciendo sobre la destrucción y la guerra que nos había azotado hacia cientos de años, rodeada por los altos muros blancos que nos protegían de un exterior salvaje y deteriorado. Éramos...