Me quedé sola dentro de la cabaña, temblando mientras me desataba los cordones de las botitas que se amarraban a los tobillos, la pequeña luz de la vela le daba un aspecto sombrío al lugar.
Leonid me había dejado un poco de intimidad para poder vestirme y no tenía ni idea de a donde había ido, pero me quité la ropa con una rapidez furiosa, con miedo de que me viera desnuda.
Me quité la afelpada camiseta, me pasé el vestido blanco por la cabeza -a esta altura no tan blanco- y me quité rápidamente los rígidos pantalones negros.
Doblé la ropa más calmada mientras el frío me traspasaba la piel como un ácido y la dejé sobre el baúl cerrado donde Leonid solía dejar su ropa también.
Me metí bajo las suaves y pesadas mantas de la cama, sin poder soportar el frío. Mis músculos se sentían agotados de tanto temblar y sentía la nariz helada. Ahora entendía por qué no se había tomado la molestia de traer una cama adicional, sin duda no podría sobrevivir una noche sin estar pegada a su cuerpo caliente.
Me sobresalté cuando escuché unos tímidos golpes contra la puerta.
–Puedes pasar... –susurré, mi corazón a mil por hora por la emoción de volver a verlo. Me sentía estúpida por eso.
Entró con una sonrisa, teniendo cuidado que el viento no apagara la pequeña vela sobre la mesa.
–Nunca pensé que pediría permiso para pasar a mi propia habitación –se rio.
Me puse colorada.
–Puedo buscar otro lugar para dormir –murmuré molesta.
–Era una broma, tonta –rodó los ojos hacia el techo.
Se agachó en su lugar junto a la mesa y comenzó a desatarse las botas. Oh bueno, ahora empezaba el espectáculo.
Se quitó las botas y las dejó acomodadas junto a las mías.
–Está bajando muy rápido la temperatura. ¿Te diste cuenta? –comentó como si nada. Le asentí con la cabeza.
Oh claro que me había dado cuenta, los temblores en mi cuerpo eran insoportables, sentía el frío hasta en los huesos.
–Probablemente mañana haya nieve –me sonrió. Y gemí por la frustración.
Genial, la nieve era hermosa, pero era una tortura caminar sobre ella y mucho más para una chica tan poco agraciada como yo.
Leonid se pasó una mano por detrás de la nuca y se quitó la camiseta con un movimiento fluido, sus músculos se flexionaron y las sombras de la noche le daban un aspecto surrealista. Era muy guapo.
Intenté apartar la vista, pero cuando se dio la vuelta me quedé embobada mirándole la espalda. Casi no me creía que durmiese con tan poca ropa junto a mí, debería darme vergüenza en vez de gusto.
Mientras él doblaba la camiseta junto a mi ropa me pregunté fugazmente qué es lo que pensaba él sobre mí y sobre mi cuerpo. ¿Me veía como una muchachita o como una mujer?
¿Y por qué debería importarte Veronika?
Me aplasté contra la pared cuando se acercó a la cama para darle más espacio y cuando levantó las mantas me recorrió una violenta sacudida por el cuerpo.
Mierda, el aire estaba helado. Por un momento me pregunté si sería capaz de dormir algo aquella noche.
–Estás helada Nika –él estaba muy cerca mientras me devoraba con esos ojos verdes tan impresionantes.
Una vez que se acomodó bajo las mantas no dudó ni un segundo en estirar sus brazos y abrazarme estrechamente contra su cuerpo. Mi rostro quedó pegado a su pecho caliente y apoyó su cabeza sobre la mía, protegiendo mi mejilla del frío infernal.
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MÚROM #1 [Completa ✅]
Teen FictionEn el año 2.594 nuestra ciudad se erguía imponente y perfecta, creciendo sobre la destrucción y la guerra que nos había azotado hacia cientos de años, rodeada por los altos muros blancos que nos protegían de un exterior salvaje y deteriorado. Éramos...