De la lágrima derramada de la mágica luna azul en una noche de tormento, es que esta mágica historia da comienzo.
Jimin es el príncipe heredero al trono de Cristal. En su corazón contiene la magia que mantiene vivo al reino y sus habitantes. Es cáli...
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El crudo invierno por fin había llegado al pequeño reino, y con él, la temporada de los leñadores del sector había llegado a su fin, dejando preocupado a un joven peligris que observaba desde la pequeña ventana de su habitación como la espesa nieve cubría cada rincón del pueblo.
La preocupación cubría cada facción de su angustiado rostro al no tener idea de como sobrevivirían por tres largos meses sin los ingresos que él llevaba a su pequeño hogar. Todos los años la temporada mala iniciaba en las mismas fechas, dándole la oportunidad de prepararse con anticipación para poder sobrevivir sin problemas; pero extrañamente ese año se había adelantado, tomándole por sorpresa al no poder estar listo a tiempo.
En sus manos sostenía aquella preciada moneda de oro que había ganado semanas atrás. Con ella podrían sobrevivir durante la primera quincena si sabían promediar y consumir lo estrictamente necesario, pero ¿Qué sucedería luego? Esa simple pregunta no le había dejado dormir desde que el primer copo de nieve cayó anunciando lo inminente.
Desvió su mirada a la pequeña mesita de madera que se encontraba al lado de su cama y una pequeña sonrisa soñadora se plasmó en su rostro. Ahí se encontraba aquella preciosa rosa azul que el príncipe le había enviado en agradecimiento por la tarta que hizo para él por su cumpleaños.
Yoongi aun recuerda la decepción que tuvo al enterarse de que no sería posible ver al príncipe; claro que él sabía perfectamente que nadie (a excepción de él, su abuela y Taehyung) lo había visto, pero había guardado una pequeña dosis de esperanza, esperando verlo en aquel banquete.
Sin embargo, no fue así, pero grata sorpresa la que se llevó cuando al finalizar el banquete el mismísimo hijo del general había llegado hasta donde se encontraba para entregarle aquella preciosa rosa; la cual iba protegida por una elegante campana de cristal con diminutos diamantes alrededor de ella, y con finos hilos de plata formando un grabado que no podía comprender.
Una hermosa rosa que brillaba con una luz azul preciosa, convirtiendo sus noches frías de oscuridad en un cálido sueño que lo arrullaba, haciéndole sentir cálido y pleno, donde en ellos se veía a él mismo correr por hermosos campos cubiertos de flores de la mano de un sonriente peliazul.
Un hermoso sueño, el cual era el responsable de hacerlo dormir con una sonrisa en su rostro.
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