De la lágrima derramada de la mágica luna azul en una noche de tormento, es que esta mágica historia da comienzo.
Jimin es el príncipe heredero al trono de Cristal. En su corazón contiene la magia que mantiene vivo al reino y sus habitantes. Es cáli...
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La pequeña panadería había quedado envuelta en un ambiente incómodo y hostil. Yoongi seguía inmóvil en el suelo, mientras sus ojos no abandonaban a los de aquel extraño; sintiendo como una reconfortante calidez le llenaba, al mismo nivel que la vergüenza propia de verse en tan humillante situación.
De repente la risa llena de superioridad y cinismo de la fémina inundó el lugar. Le parecía divertido toda aquella situación y un atisbo de irritación crecía en su ser al ver la mirada furibunda de aquel jovencillo tonto que había osado a hablarle. Pero ¿quién demonios se creía? ¿El príncipe de cristal acaso? ¡Ja! Vaya tontería.
Jungkook frunció el ceño molesto al ver la horrible cara arrugada de aquella mujer envuelta en arrogancia, quería ponerla en su lugar y humillarla usando el poder de su título en el reino, y era exactamente eso lo que haría.
Sonrió confiado mientras de manera disimulada observaba al joven príncipe a su lado. Éste estaba estático en su lugar y con la mirada perdida, así que supuso que no habría problema alguno si él se encargaba de ese pequeño problema.
—¿No tiene lengua señora? —preguntó con voz dura—¿O acaso su arrogancia ha consumido la única neurona que vivía en su cerebro? —se burló.
La mujer abrió la boca indignada, absolutamente nadie le faltaba al respeto. Quitó la fuerza que ejercía en el peligris (quien se levantó rápidamente con ayuda de su amigo) y se acercó de manera amenazante al chiquillo maleducado que le sonreía inocente.
—Retráctate —ordenó severa.
El pelinegro rió fuerte siendo observado por tres pares de ojos. Mientras la distinguida mujer le veía con desdén, los jóvenes lo hacían con pura admiración al ver el valor que tenía para enfrentar a tan terrible ser.
—No quiero.
Eso la enfureció más.
—¿Qué has dicho niño tonto? —preguntó con indignación haciendo rodar los ojos al menor.
—Qué no me disculparé ¿Por qué lo haría? —replicó molesto—es una completa ignorante, que piensa que humillar a los demás la hace superior cuando lo que demuestra con esos hechos es la basura que es.
Los sentidos de Jimin se alertaron cuando se percató que la señora tenía toda la intención de abofetear a su amigo. Pero todo intento de la misma quedó desvanecido en el aire, cuando Jungkook tomó la mano con agilidad, deteniendo el golpe.
—Te denunciaré con las autoridades —amenazó sin rendirse—. No te asustes cuando lleguen a tu mugriento hogar para llevarte a uno de los peores calabozos —rió triunfante—. Nadie se burla de mí.
—Bueno... suerte con eso —respondió el menor encogiéndose de hombros—. Aunque dudo mucho que pueda hacerme algo —agregó, con un toque de arrogancia.
—¿Quién te has creído? ¡Soy la condesa Jung HyeJin! —exclamó triunfante, mientras una pequeña sonrisa nacía en sus rojizos labios.
—¡Y yo soy Kim Jungkook, el hijo del general Kim NamJoon y mano derecha del poderoso príncipe! —devolvió, y fue así como toda sonrisa de superioridad, desdén y arrogancia se desvaneció del rostro de la condesa. Para dar lugar al más puro terror.
