1000 años después.
Había pasado toda la mañana y parte de la tarde recorriendo las espesas montañas que rodeaban al reino. Su meta para ese día eran tres carretadas de leña, pero a duras penas había conseguido dos. El joven peligris suspiró frustrado; si iba así, jamás podría sacar todos los encargos que le habían hecho con antelación en el pueblo. Y si no cumplía con cada entrega tampoco recibiría la paga completa, dejándolo corto para los gastos que tenía que cumplir con su familia día a día.
Se acomodó el sombrero y sonrió para sí mismo. En estos momentos lo que menos necesitaba era llenarse de energía negativa que le creara solo los peores escenarios a su joven y soñadora mente. Lo que deseaba era el optimismo propio que lo caracterizaba, además de la fe y certeza de que cumpliría con sus entregas del día, y llevaría un plato de comida decente a la mesa de su humilde hogar.
Observó al cielo, y el cálido oxígeno le decía que la tarde sería tranquila. Las últimas tormentas habían sido feroces, azotando con su fuerza cada centímetro de las montañas y del pequeño pueblo; incluso los pescadores habían tenido que parar con su trabajo; ya que, aunque la temporada había sido buena, no había moneda de oro, plata o bronce que compensara una vida perdida. Esto sin duda provocó la inconformidad y preocupación en cada uno de los habitantes, pero no sucedió así en el caso del peligris. Para él era hermoso ver como la fuerza de la naturaleza se imponía ante la vida humana.
Tomó la correa de su fiel caballo y se internó en la montaña del norte, era la más espesa y en la que tenía esperanza de encontrar más leña, para por fin terminar con su labor del día. Al cabo de un par de horas ya se encontraba en la cima, y frente a él estaba el reino de Cristal en todo su esplendor.
Desató a su viejo amigo de la carreta que llevaba, y lo dejó libre para que pudiera pastar a gusto. De la carreta sacó el hacha y el machete, listo para empezar a buscar leña de buena calidad, sonriendo en grande mientras daba brinquitos cuando sus ojitos grises detectaron dos troncos secos, los cuales prometían la tan ansiada tercera carretada.
—¡Hoy si cenaremos bien en casa Rocío! —exclamó feliz, mientras que con prisa y determinación comenzaba a cortar el primer tronco, hasta dar con el tamaño que buscaba. Siempre sonriendo y tarareando alguna canción conocida del pueblo.
Fue un trabajo lento y exhaustivo, pero que definitivamente valió la pena cuando vió su humilde carreta -la última del día- totalmente llena.
<<¡Pude lograrlo! ¡Con lo que gane llevaré comida a casa!>> Pensó alegre.
Volvió a atar a su preciado caballo a la carreta para poder moverla, y cuando estaba listo para salir observó nuevamente al cielo, esta vez adornado de preciosos y cálidos tonos naranjas y rojos; los cuales eran la representación del más puro ocaso, el cuál era recibido por el azul del mar, y reflejado por el palacio de Cristal.
El palacio de Cristal...
Recuerda que de niño, su actividad favorita era sentarse en el regazo de su cariñosa abuela, y que ésta le contase diversidad de leyendas de la antigua magia que rodeaba al reino y como éste mismo se había formado; mientras degustaba de un delicioso chocolate caliente. Su favorita siempre fue el nacimiento del príncipe de Cristal, y el cómo éste había sido un regalo de la propia luna azul, para que el pueblo regresara a la vida, y fuese curado de toda peste y enfermedad.
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CRYSTAL SOUL | YM
FanfictionDe la lágrima derramada de la mágica luna azul en una noche de tormento, es que esta mágica historia da comienzo. Jimin es el príncipe heredero al trono de Cristal. En su corazón contiene la magia que mantiene vivo al reino y sus habitantes. Es cáli...