De la lágrima derramada de la mágica luna azul en una noche de tormento, es que esta mágica historia da comienzo.
Jimin es el príncipe heredero al trono de Cristal. En su corazón contiene la magia que mantiene vivo al reino y sus habitantes. Es cáli...
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Jimin y Yoongi habían salido temprano de las paredes del palacio; ambos tomaron sus respectivos caballos, con la idea de internarse en cada uno de los rincones del reino.
—Iniciaremos por el pueblo —comunicó Jimin, y el peligris asintió.
Algo que notaron era que ninguno de los pueblerinos reparaba en ellos; todas las personas se movían de un lado para otro, abrían sus negocios y se disponían a trabajar. Cada uno inmerso en sus propios asuntos, sin nada que tratar con los demás.
Y ese aire de libertad agradó a ambos.
Bajaron de sus caballos y con un par de monedas pagaron para que los mantuvieran seguros mientras ellos recorrían el lugar. La mano de Jimin viajó directamente a tomar la del leñador, provocando un pequeño sonrojo en los dos por el impulso repentino.
—¿Hacia dónde? —preguntó el peligris, todo aquel escenario nuevo y pintoresco le llenaba de ansias y curiosidad.
—Te llevaré a mi lugar favorito para comer —informó Jimin, guiándolo a través de las calles llenas de flores y color.
Ambos caminaron creando una plática amena que los mantuvo entretenidos; Jimin le comentó que una de sus partes favoritas en Oriente era visitar el mercado principal, ya que ahí podía encontrar las semillas del sol, un manjar que se conocía en el reino como uno de sus mejores atractivos.
—¿Y con qué se pueden comer? —quiso saber, nunca había escuchado de las semillas del sol y moría de curiosidad.
—¡De muchas maneras! —la energía del príncipe era adorable—. Mi favorita es en salsa y como té —gimió gustoso—. Es un verdadero manjar, es una lástima que no estén de temporada.
—Bueno, pero seguro hay mucho más para probar —animó Yoongi, y el peliazul estuvo de acuerdo.
Caminaron un poco más; ambos pasando por los diferentes puestos y amando la energía que mostraban las personas para desenvolverse en sus trabajos. Los dos bajaron por unas gradas que tenían forma de caracol, llegando a una gran plaza cubierta de flores.
—Mi lugar favorito —indicó Jimin.
Yoongi ahora entendía por qué aquel lugar era tan especial; la visión era simplemente hermosa, un terreno plano rodeado de una laguna cristalina y pequeñas colinas de un verde intenso; las flores que componían el suelo variaban en colores y formas, con muchos pájaros y mariposas volando alrededor.
A la derecha había una pequeña cabaña rodeada de largos corredores cubiertos de mesas de madera rústica y lianas; pocas personas estaban y quizá era por las horas tempranas de la mañana, sea como sea, ambos ingresaron y tomaron una de las mesas próximas a la laguna.
Una flor amarilla se formó en el centro de la mesa; Jimin la presionó y casi en el mismo instante tenían a una sonriente chica ante ellos.
—Sean bienvenidos —hizo una reverencia—. ¿Ya han decidido lo que van a ordenar?
