De la lágrima derramada de la mágica luna azul en una noche de tormento, es que esta mágica historia da comienzo.
Jimin es el príncipe heredero al trono de Cristal. En su corazón contiene la magia que mantiene vivo al reino y sus habitantes. Es cáli...
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Sus ojos se abrieron de golpe, los latidos de su corazón lo tenían a tope y no sabía como calmarlos. Unas enormes ansias de llorar lo llenaron, provocando que las primeras lágrimas salieran de sus ojos sin descanso.
—¡Jimin! —gritó tanta fuerza que sintió el escozor en su garganta—. ¡Jimin!
El peliazul corrió hacia donde había dejado el cuerpo dormido del peligris, haciendo una mueca preocupada por verle tan asustado y vulnerable.
—Yoongi —llamó, y justo en ese momento ambas miradas se encontraron.
Jimin se quedó estático al verle, aquella mirada que el peligris le daba fue diferente a las que estuvo recibiendo durante los últimos días. Y se estremeció porque estaba sucediendo, tenía la certeza que toda la esencia de Yoongi había vuelto y que ya nunca más la perdería.
Sonrió con melancolía, mientras seguía viéndolo, porque aquella mirada no la veía desde hace seis siglos.
El príncipe de plata se levantó con movimientos apresurados; corrió y abrazó con fuerza a su amado, mientras las lágrimas continuaban adornando su rostro pálido.
—M-mi príncipe —sollozó, contagiando a Jimin quien también lloró a su lado.
—V-volviste —hipó el peliazul, ocultando su rostro en el cuello contrario.
Yoongi se separó lo suficiente para poder verlo; aquellos ojos grises no habían cambiado, seguían manteniendo la esencia humilde de aquel leñador que con sus cantos se había ganado el corazón de cada uno de los habitantes del reino de Cristal.
Solo que ahora no era un leñador, sino más bien un príncipe real.
—Tú me encontraste y me trajiste de vuelta —respondió, apresando el pequeño cuerpo entre sus brazos—. Estaremos juntos por el resto de la eternidad.
Sin embargo, la inquietud en Jimin no se iba porque su alma completa se había acostumbrado a la esencia mortal de su amado. Aquel leñador sonriente y tímido que le hizo sentir con fuerza el amor verdadero; y quizá sea por ello que se niega a soltarlo por completo.
—¿Perdiste tus recuerdos de la vida mortal? —interrogó con inquietud.
Yoongi le sonrió tímidamente, volviendo al chico sonrojado que fue horas atrás. Solo entonces, Jimin sonrió aliviado.
—No, mi príncipe —respondió—. Recuerdo absolutamente todo —le confirmó—. Tan solo recuperé mis memorias inmortales, más sigo siendo aquel humilde chico que de niño soñó con conocerte.
Jimin lo abrazó con fuerza, su felicidad inmensa al tener a su otra mitad entre sus brazos, sintiendo como el amor dentro de él no hacía más que crecer.
—Te amo —susurró, cerrando los ojos para el resto del mundo.
El peligris sonrió complacido, agradeciendo a todos aquellos recuerdos que le verificaron lo que tanto temía aceptar. Jimin pertenecía a él, así como su existencia era dedicada al príncipe de Cristal; dos gotas de magia que juntas creaban un contraste hermoso, capaz de dar vida hasta en el punto más muerto.
