De la lágrima derramada de la mágica luna azul en una noche de tormento, es que esta mágica historia da comienzo.
Jimin es el príncipe heredero al trono de Cristal. En su corazón contiene la magia que mantiene vivo al reino y sus habitantes. Es cáli...
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Un minuto, un segundo; la milésima de un momento efímero que posiblemente quede olvidado con el tiempo.
La bonita ilusión de conocer algo nuevo, el latir del cálido corazón que conformaba una mágica unión; mientras que, la magia de los cristales permanecía dormida, esperando pacientemente que la verdadera magia despertara y llenara de su fuerza a aquel par de almas tejidas por la divinidad lunar.
Un príncipe hijo de la luna; y un leñador hijo de la tierra. Ambos sin saberlo o intentarlo estaban cumpliendo con una de las más mágicas leyendas ancestrales que siempre han rodeado al reino de cristal.
Los hilos de plata otorgados por la misma deidad; un solo cristal que ilumina las dos almas destinadas a ser una, con un amor tan grande que quedará impreso y nunca será borrado, por muchas generaciones que pasen él siempre brillará.
Después de aquel encuentro que príncipe y plebeyo habían tenido en lo más profundo del bosque, le habían seguido muchos más. De alguna extraña manera, Yoongi siempre sabía el día que el príncipe asistiría al bosque; lo sentía en su acelerado palpitar y en la dicha de su alma.
Le encantaba verlo. Tan delicado, mágico y etéreo que, con tan solo un roce de aquella profunda mirada azul, todas las preocupaciones del peligris salían de su ser, dejando tan solo la calma y felicidad relajando su cansado cuerpo y brindándole recuerdos hermosos que alimentaban a cada uno de sus sueños.
Jimin también podía asegurar que hasta en ese momento conocía el verdadero significado de la felicidad y plenitud. En compañía de Yoongi se sentía completo; era como si cada respiro que compartían estando juntos fuera un motivo más para sonreír, quería estar siempre a su lado; hablando, caminando por el bosque, riendo y muchas ocasiones jugando. Todo ese manojo de sensaciones vividas al lado del leñador le hacían sentir cálido, y hacerle nunca querer volver a internarse en aquel mundo onírico que siempre lo abrazó cuando se sentía cansado, pues su realidad era mucho más hermosa que cualquier sueño.
Yoongi siempre escuchaba con atención las enseñanzas del peliazul; de él aprendió lo importante que las emociones humanas influyen en el bienestar del reino, así como también le consoló cuando le dijo que el hecho de no poseer un cristal de nacimiento como todos los demás en el reino, no era motivo de preocupación.
"Hay algo mucho más valioso dentro de ti, dentro de mí. Muy pronto lo entenderás"
Le había dicho el príncipe en una de sus tantas tardes de encuentros.
Él por otro lado, le había contado absolutamente todo acerca de su vida. Le contó el como nunca llegó a conocer a su madre ya que había sido abandonado por ella desde que era un bebé; también compartió sus recuerdos más preciados que tenía con su padre, hermana y abuela; el amor por el trabajo y por ser siempre positivo y solo ver lo bonito de la vida. Yoongi se encargó de transmitirle esa paz y esa esperanza que su abuela siempre le inculcó desde pequeño, sintiéndose más que dichoso cuando el peliazul sonreía con la misma vitalidad que lo hacía él mismo.
