VEINTIOCHO

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Benjamin.

Esto es otro nivel de intimidad.

— ¿Tienes sueño? —cuestiono susurrando contra su oreja, acto seguido deposito un beso sobre su cabello.

Escucho como Juana suelta una pequeña risita, su cabello y sus pezones son las partes más sensibles de su cuerpo.

No sé cuánto tiempo hemos estado en la misma posición, pero de hecho no tengo intención alguna de moverme. Estoy acostado en mi cama y tengo rodeada a Juana con uno de mis brazos mientras que ella apoya su cabeza sobre mi hombro y una de sus manos cruza sobre mi abdomen.

Hemos hablado bastante, sobre todo de Aimee, de cómo terminó de crecer a mi lado hasta convertirse en la mujer que es ahora. No fue fácil, fueron muchos años de terapia, de pesadillas nocturnas y de miedos justificados, pero ahora mismo me siento tan orgulloso de mi pequeña y todo lo que hice por ella ha valido la pena.
Estoy contento con su felicidad, va a casarse y tiene una linda historia de amor con su prometido canadiense de descendencia italiana.

—No, la verdad no tengo sueño —dice al mismo tiempo que se acurruca más contra mi cuerpo, segundos después levanta su cabeza— ¿Tú tienes sueño? Lo siento ahora mismo me voy a mi habitación.

Tiene la intención de moverse, pero no se lo permito, no quiero —puedo— dejarla ir, así que la detengo.

—Quiero pasar más tiempo contigo —musito y es cierto. Cada vez que la tengo a mi lado me siento completo y en paz.

Ella se acomoda y aunque mi mirada está dirigida hacia arriba, puedo sentir el peso de la suya.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? —inquiere y suena tímida.

—Por supuesto, preciosa —le digo y siento como traza pequeñas caricias con las yemas de sus dedos sobre mi abdomen.

Esas pequeñas caricias me tienen electrificado.

— ¿Vas a irte del apartamento? —cuestiona al mismo tiempo que detiene sus movimientos, de hecho, creo sentir como su cuerpo se tensa junto al mío a la espera de una respuesta.

Aunque la respuesta ahora es clara para mí, me tomo unos segundos para responder con sinceridad.

—Llevo días convenciéndome que lo mejor que puedo hacer es irme porque estoy seguro que estarás mejor sin mí —confieso en voz baja, tomo una respiración profunda para seguir hablando—Pero soy tan egoísta que no quiero ni puedo dejarte, eres el pequeño huracán que vino a transformar mi vida, tanto que te has clavado muy dentro de mí y mi mayor temor es perderte.

» También sé que no te mereces esto, eres una mujer que vale mucho y no debes conformarte con las migajas que te ofrezco. No puedes quedarte estancada conmigo, no es justo que tengas que lidiar con los demonios de mi pasado, debes encontrar a alguien más, a otro hombre que pueda darte todo lo que tú te mereces, alguien sin temores.

—No quiero a nadie más a mi lado —me dice y sus palabras me calientan el pecho—Además, dijiste que estás enamorado de mí.

Una sonrisa boba escapa de mi boca y doy una fuerte exhalación para no echarme a reír. Esta es mi Juana, tan impredecible como siempre.

—Estoy enamorado de ti, no hay duda de eso —hago una pequeña pausa debatiendo en mi interior si es correcto seguir hablando y luego de unos segundos lo hago— ¿Y cómo no hacerlo? Eres la mujer más fuerte, decidida y hermosa que conozco. Tu cabello es precioso y me fascina como cae por encima de tus hombros, amo cuando tus ojos negros me miran haciendo que todo en mi interior cobre vida, me encanta la silueta de tu cuerpo y cómo reacciona con el toque de mis manos.

POR CULPA DE JUANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora