POR CULPA DE JUANA

TREINTA Y SIETE

No dejo de sonreír mientras que Benjamin me carga en sus brazos al mismo tiempo que rodeo su cuello con mis manos y me refugio en él, mi respiración le causa gruñidos de aprobación más de una vez. Me encanta su perfume porque me recuerda su olor varonil que se potencia cuando lo está usando, ese que tanto me gusta y que me pone a suspirar cada vez que lo tengo cerca.

El hombre que me lleva en sus brazos se las arregla para abrir la puerta del departamento sin soltarme, yo sin darme cuenta estoy sonriendo de nuevo. Y sí, estoy feliz, puedo asegurar con facilidad que este ha sido uno de los días más felices que he pasado a su lado, aun no puedo creer que me haya pedido ser su novia en un lugar lleno de personas. Benjamin me contó que él y Jareth hablaron con el gerente del lugar para que proyectarán su propuesta por las pantallas, el hombre aceptó a cambio de que ambos se tomaran una foto para ser publicada en las redes sociales del establecimiento.

Me parece increíble que Benjamin se haya puesto en el ojo del huracán al pedirme que sea su novia de esa forma, después de esta noche nuestra relación estará expuesta y a pesar de todo eso no lo detuvo, me dio mi lugar sin exigirlo y eso me tiene anonadada... excitada.

Cuando entramos en el departamento las luces están apagadas y a pesar de eso no hay total oscuridad porque entra iluminación del ventanal cerca al comedor.

Benjamin me pone sobre mis pies y ni siquiera tengo tiempo de estabilizarse ya que rápidamente me pega contra la madera y me besa. Lo recibo gustosa, estaba esperando este momento para poder besarlo y acariciarlo a solas. Su cuerpo aplasta al mío, pero no me molesta, al contrario, me fascina de sobremanera sentir las extremidades de su anatomía contra la mía. La fiereza de sus labios en mi boca es tenaz y deliciosa, su lengua se abre paso sin detenerse y se encuentra con la mía en una lucha de roces y humedad, de sonidos excitantes. Entre mordidas y succiones puedo sentir como sus manos delinean las curvas de mi cuerpo hasta llegar a mi inexistente trasero, una vez allí lo estruja y hace que me pegue a sus caderas donde me recibe su potente erección.

Juntos creamos un vaivén con las caderas que nos regalan fricciones placenteras, cada roce hace crecer la humedad de mis bragas y me roba varios suspiros.

—¡Dios! Podría correrme solo con tus gemidos —me susurra con voz enronquecida, mientras desciende su boca para atacar mi cuello. —Eres tan perfecta, me encanta hacerte el amor.

—Me vuelves loca, Benjamin —le digo tirando mi cabeza hacia atrás, disfrutando de su lengua que se pasea por mi piel sensibilizada—Soy adicta a ti, a tus manos, a todo tu cuerpo, a tus susurros sobre mi piel mientras me desarmas con tus caricias.

Mis palabras parecen tener efecto en él ya que segundos después tira de mi gabardina fuera de mi cuerpo y su boca desciende desde la base de mi cuello hasta mis clavículas, allí se divierte un rato chupando y besando hasta que llega a mis pechos y besa la zona expuesta por mi escote. Lleva sus manos hasta un lado de mi cintura y se deshace del lazo que mantiene mi blusa en su lugar, rápidamente quedo expuesta en brasier para él, lo cual no dura mucho porque dos segundos después quita el seguro y lo aleja fuera de mí.

Lo próximo que registro es su boca en mis senos, toma con sus labios uno de mis pezones y su lengua me pone a gemir palabras que no entiendo por completo. El placer que me provoca sus succiones hace que me vibre todo el cuerpo, es tanto lo que me hace sentir que debo enredar mis dedos entre las hebras de su cabello y segundos después la espalda se me arquea al sentir su mano llegando a mi segundo pezón para empezar a estimularlo.

La humedad de su lengua y el roce de sus extremidades son un detonante para mí cuerpo, cada caricia de su parte envía chispas de excitación al lugar correcto causando que me pegue aún más a él para sentir el calor de su cuerpo.