VEINTE

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Desde hace unos segundos que la comodidad de mi sueño fue interrumpida, aunque hasta este momento mi cerebro no logra conectar las ideas, estoy segura que mis párpados siguen cerrados y que mi cuerpo está colocado en una posición cómoda a pesar de que hay algo que no se siente bien.

Un murmullo que pretende ser un reclamo se escapa de mi boca porque puedo percibir que no podré seguir durmiendo.

El causante, la vibración de un teléfono.

Siento como muevo mi mano a diferentes espacios, pero no tengo claro lo que estoy buscando, aun así, en el momento que encuentro una almohada, la agarro hasta colocarla encima de mi cabeza y así no percibir el sonido que me molesta.

La Juana dormilona de mi interior hace un pequeño bailecito, aunque se detiene en el instante que una mano rodea mi abdomen y tira de mí, haciéndome chocar contra un cuerpo que le brinda calidez a mi ser.

Mi espalda se pega contra un torso fuerte y delicado en partes iguales, la pequeña curva de mis caderas encaja a la perfección contra otra superficie, pero lo que me hace abrir los ojos de golpe, es la dureza que empiezo a sentir en mi trasero.

¡Oh Dios mío! ¿Eso es...?

Por unos pequeños instantes me quedo paralizada hasta que mi mente comienza a recrear las escenas de las últimas horas.

Mis labios se contraen en una ancha sonrisa cuando me percato que estoy en la habitación de Benjamin y todo lo que sucedió anoche.

Recuerdo a la perfección sus labios contra mi boca mientras me besaba con arrebato, también como me hizo gritar su nombre al devorar mis pezones, me sacudo en puro placer al recordar su cabeza entre mis piernas y todo lo que su lengua me hizo sentir.

Sé que debería sentirme avergonzada por haber permitido que algo así sucediera entre los dos y la verdad es que no lo hago, no después de que abrí mis piernas y me expuse para él, Benjamin me hizo tener un orgasmo por segunda vez.

Luego, nos besamos por mucho tiempo hasta que le quité su ropa interior y pude acariciarlo, y una vez más lo seguí besando.

No tuvimos sexo, pero lo que hicimos se sintió más íntimo... más especial.

Con la palma de su mano, Benjamin empieza a trazar suaves caricias por todo mi abdomen, son pequeños toques, pero tan efectivos que me ponen a desearlo de nuevo.

—Uhm, ¿Qué tenemos por aquí? —dice y siento como el toque de su mano se desliza hasta mi zona íntima.

Allí lo recibo gustosa, mis pliegues están humedecidos por él. Su tacto me pone a temblar las piernas.

—Benjamin... —clamo su nombre cuando siento como empieza a estimular mi punto más sensible.

Tengo que decirlo, esos dedos que en un principio eran inexpertos, ahora son la gloria, siempre tan juguetones y curiosos que me hacen delirar.

Me encanta la forma en que Benjamin me toca porque en todas las ocasiones en que lo ha hecho me ha dejado muy claro que he sido la primera chica que ha tenido el privilegio de conocer esa faceta suya, esa en donde lo he visto en su punto más varonil, en la que me ha hecho estallar de placer.

Muerdo mi labio inferior en el momento que siento como suavemente me penetra con su dedo medio, mi cuerpo entero se estremece, tanto que tiro de mi cabeza hacia atrás y la dejo apoyada en su hombro mientras que Benjamin me susurra palabras dulces y su dedo no deja de moverse. Podría hacerle un altar a su bendito dedo, podría hacerle un puto altar a toda su mano, si es que eso me asegura que él siempre me hará sentir débil y poderosa al mismo tiempo con solo tocarme.

POR CULPA DE JUANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora