VEINTIUNO

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Benjamin.

Juana se marchó y entonces me derrumbe en mi habitación.

Quería explicarle, pero las palabras simplemente no brotaron de mi boca. Necesitaba hacerle entender que no hay nada de malo en ella.

Ella es todo lo que está bien en la vida, Juana es perfecta.

Ver sus facciones heridas desgarraron mi alma haciéndome sentir muy miserable, mi intención nunca ha sido herirla, pero lo hice y eso solo fue el inicio del caos.

Cuando salí del baño después de darme una larga ducha, recordé que tenía una cuenta pendiente con Connor, lo que le hizo a Juana no podía dejarlo pasar, por supuesto que tenía que darle su merecido.

Por eso fui hasta su departamento a buscarlo, no lo encontré y decidí esperarlo en el pasillo. Pasaron alrededor de dos horas y nunca llegó, entonces preso del coraje que estaba sintiendo, salí a buscarlo hasta los lugares inmundos donde sabía que se drogaba.

Lo encontré saliendo de un bar de mala muerte a las afuera de la ciudad, desde la distancia pude ver su cara con moretones por mis golpes de la noche anterior, también noté que aún no estaba perdido en las drogas, al parecer había consumido poco y en cuanto me vio quiso huir, pero no se lo permití.

Y entonces me perdí.

Me perdí en todo el odio que he reprimido por tantos años, colapse en recuerdos que torturaban mi mente mientras golpeaba a Connor, él no era culpable de lo que sucedía conmigo, pero fue quien colocó la última gota que derramó el vaso.

Ahora lo único que puedo recordar es como me apartaron de Connor, su cuerpo quedó tendido en el suelo en estado inconsciente, su rostro totalmente desfigurado y lleno de sangre debido a mis golpes. Mi mente taladra a cada momento con las imágenes de mis puños adoloridos y ensangrentados, también recuerdo los sonidos de la ambulancia y como fui metido en una patrulla de Policía.

Desde hace horas que estoy tras las rejas y aunque me han informado que tengo derecho a una llamada, he decidido no tomarla.

Merezco estar aquí por lo que hice y las personas que son importante para mí no tienen lidiar con mi mierda ni mucho menos ser víctimas de mi pasado.

Unos pasos acercándose me hacen salir de mis cavilaciones, me enderezo en el viejo banco de metal en el estoy sentado para observar de quien se trata.

—Sabía que te había visto en alguna parte —Me dice uno de los oficiales de policía y me examina a detalle—Eres el modelito que aparece a cada rato en las redes sociales.

Él tipo es alto y sus facciones son hostiles, recuerdo que fue uno de los policías que me trajo en la patrulla.

—No sé de qué habla —miento y finjo indiferencia.

Se que no puedo evitar que se sepa que estoy en la cárcel, pero si puedo atrasar la noticia un poco más, lo haré.

El hombre de uniforme y sin rastro de cabello me mira con curiosidad, me analiza de arriba hacia abajo una vez más y se de antemano que, aunque se lo niegue me ha reconocido.

—Oh, claro que eres el modelo de la ropa interior —asegura con una sonrisa que me resulta burlesca y hasta maliciosa, entonces toma el móvil del bolsillo de su pantalón y apunta en mi dirección.

Al principio no captó sus intenciones y mi ceño se frunce en confusión hasta que escucho el sonido de su cámara, y aunque rápidamente me cubro con mis manos estoy seguro que ha tomado la fotografía.

—La prensa pagará muy bien por esto —fanfarronea sin dejar de sonreír y observar la pantalla de su móvil.

—Hijo de...

POR CULPA DE JUANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora