DIECINUEVE

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—Benjamin, eres un completo hijo de... —no termino de decir la frase porque nuevamente me coloca bajo el chorro de agua fría.

Cuando me tomó entre sus brazos y me trajo a su habitación jamás pensé que era para obligarme a esto, el muy desgraciado espero hasta que estuviera en ropa interior para meterme a la fuerza en la ducha.

Benjamin cree que un baño de agua fría calmara mi situación, pero la realidad es que no ayuda en nada, al contrario, cuando siento las gotas deslizándose por mi cuerpo, jadeo en excitación. Todo mi ser vibra de calentura, me siento muy fogosa y desvergonzada a pesar que me encuentro algo desorientada, aun no puedo creer que Connor me haya drogado y menos con un estimulante sexual.

Ahora sé que la coca cola que me dio tenía algo, recuerdo que diez minutos después de haber ingerido el refresco me empecé a sentir exageradamente cómoda con su coqueteo y sus susurros en mi oreja, también como mi cuerpo empezó a necesitar su cercanía.

Estoy tan agradecida de que Benjamin haya aparecido porque de lo contrario estoy segura que hubiese aceptado gustosa en irme del departamento con Connor, cuando fui separada de él, me estaba prometiendo una noche llena de placer.

Vuelvo a la realidad cuando una vez más soy colocada bajo el chorro de agua que se siente aún más fría. Mi cuerpo entero se estremece y en esta ocasión nada tiene que ver los efectos de la droga, me estoy muriendo de frío y al parecer Benjamin no tiene intenciones de detenerse.

Empiezo a manotear en su dirección, quiero hacerle entender que necesito respirar y que él no está permitiendo que lo haga.

—Benjamin yo... —intento decir, pero una gran cantidad de agua va a parar a mi boca—No puedo... ¡Me estás ahogando!

Rápidamente cierra la ducha y toso en busca de oxígeno para mis pulmones.

—Lo siento —escucho como se disculpa, yo solo me dedico a mirarlo mal mientras no dejo de toser.

—No soy una niña pequeña, puedo bañarme sola —le digo notablemente irritada. —Ya puedes irte.

No quiero sonar como una grosera, pero lo hago. Estoy enojada, bueno en realidad es mucho más que eso, estoy furiosa y muy excitada. Son tantas las sensaciones abrumadoras que siento en mi interior que fácilmente me colgaría de su cuello y le rogaría por algo de sexo.

Si no lo hago es simplemente porque este imbécil no se lo merece, el muy cretino me hizo creer que iba a tener sexo conmigo para meterme obligada a la ducha.

—No voy a irme hasta asegurarme de que estás bien —me dice de manera calmada y suena muy decidido—Además te recuerdo que estamos en mi habitación, en mi baño —no me pasa desapercibido el intento de sonrisa que se dibuja en sus labios, yo me entretengo en ellos.

La mirada se desvía de su boca cuando siento como mis mejillas se calientan. De soslayo noto como se encuentra algo salpicado de agua debido a nuestro forcejeo por mantenerme debajo del chorro. De hecho, ahora que lo detallo mejor puedo ver como su camisa se pega a su cuerpo y lo hace lucir jodidamente sexy, sus músculos marcados es algo muy tentador, tanto que me cuesta respirar con facilidad. Inhalo profundo porque nuevamente empiezo a sentir como mi pelvis se contraen en espasmos de excitación y tengo que cerrar mis muslos en busca de un poco de alivio.

Benjamin parece notar mi molestia ya que me recorre con la mirada de pie a cabeza y se detiene por unos segundos en mis senos para luego llegar hasta mi centro, allí donde seguramente está marcada la línea media de mis pliegues húmedos en la ropa interior.

De alguna manera me siento victoriosa ante su acción y me alegro tanto por haber comprado esta lencería de encaje en Los Ángeles, ahora estoy segura que si yo estoy sufriendo porque Benjamin no me toca, él lo hace aún más por no hacerlo.

POR CULPA DE JUANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora