FLOWER| ❝Y es que entre tanto caos y destrucción; estaba ella, completamente ajena a la ambiente, con cada uno de sus pétalos resplandecientes y delicados❞
El la deudécima hora del primer día de octubre de 1989, cuarenta y tres mujeres dieron a luz...
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Ahí estaba, frente a frente, apuntando firmemente el arma hacia ella.
—El trato que le diste a Alice.
—No te pongas sentimental— sonrió burlona.
—Lo tomaré yo.
***
Camile sentía una rara sensación en su todo su cuerpo, esta vez no era dolor, sino todo lo contrario, la ausencia de este la confundía, estaba segura que si clavaba un clavo en su mano o si se lanzara desde un segundo piso no sentiría absolutamente nada, aunque posiblemente estaba exagerando reconocía de cierta manera que el pánico la trastornaba. Estaba tan preocupada; aquel extraño proceso del que había leído en los viejos libros arrasaba con su cuerpo a una velocidad enfermiza por momentos se le complicaba cualquier movimiento (incluso los más comunes para cualquiera).
Hacía poco que había llegado al apartamento de Vanya, no estaba segura si tocar la puerta en ese momento ¡Pero que ridiculez! Ya había llegado hasta ahí y podía no acobardarse en un momento como ese. Tenía en claro que debía advertirle a su hermana sin embargo no tenía ni la mínima idea de como hacerlo, incluso estuvo pensando sus palabras antes de llegar pero nada de lo que se ocurría sonaba convincente o aunque sea con una mínima de sentido, se atrevería a decir que todo parecía una mala broma (y eso deseaba) pero no era así, las cosas estaban pasando realmente y Camile no podía sentirse más abrumada.
Camile tocó la puerta un par de veces sin recibir respuesta alguna, luego de unos segundo Vanya abrió la puerta aparentemente algo extrañada de ver a su hermana.
Camile, sin entender muy bien porque, sintió una tristeza que la inundó al instante; un golpe de realidad, en ese momento se dio cuenta que el dolor nunca se había ido (solo que no era dolor físico), ese tormento dentro suyo siempre estuvo allí, todo el tiempo, calando en lo más profundo de su corazón, lo odiaba, odiaba ese pesar, odiaba tener que ocultarlo, se odiaba tanto.
—Lindo corte.
—Oh— soltó Camile, forzando una sonrisa, mientras tocaba vagamente su corto cabello con las yemas de sus dedos— En realidad fue algo inesperado.
—¿Por qué viniste?
—Eh...tengo que decirte algo importante— Camile ingreso al apartamento, dejando que su hermana la analice por completo.
—Dios, Camile, ¿Qué te paso en el cabeza?
Casi como un instinto la de cabello corto toco su frente y su piel se erizo al instante con el frío contacto de sus dedos, inspecciono la herida por poco tiempo, estaba sangrando, inútilmente la presiono varias veces más para sentir algo de aquel dolor convencional, sin embargo, ni siquiera llegaba a sentir como la sangre goteaba de sus dedos. Vanya la tomó por los hombros y con pocas complicaciones la condujo hasta la silla más cercana.
Su hermana comenzó a murmurar algo que parecía una especie de regaño, pero en ese momento lo que sea que estuviera diciendo Vanya no podía importarle menos, todas sus preocupaciones se estaban volviendo realidad y por ese instante reconoció que verdaderamente se le acababan las opciones.
