FLOWER| ❝Y es que entre tanto caos y destrucción; estaba ella, completamente ajena a la ambiente, con cada uno de sus pétalos resplandecientes y delicados❞
El la deudécima hora del primer día de octubre de 1989, cuarenta y tres mujeres dieron a luz...
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La noche que nadie durmióy el día que si paso
Parte VII
Miércoles, 8:15 am
— Es Camile de quien estamos hablando — murmuró Diego con coraje. — Escucha lo que dices por un momento, necesita un entierro digno.
La habitación se llenó de un silencio sepulcral.
— Luther tiene razón,— dijo Alice, con los ojos llorosos y la mirada perdida, Diego se contuvo de reclamar— no nos queda mucho tiempo. El fin del mundo está cerca.
Diego dispuesto a seguir discutiendo se vio interrumpido en un instante por la inesperada llegada de Cinco quien cayó sobre la mesa cubierto de polvo y sangre.
— ¡Cielos!
— ¿Cinco? — interrogó Luther — ¿Dónde has estado?
— ¿Qué te pasó? — está vez habló Allison.
— Es irrelevante — contestó apresurado. Tan pronto como se incorporó noto el ambiente tenso en la sala, el azabache observó el semblante serio y melancólico de cada uno de los presentes y no tardó en sacar conclusiones.
— ¿Qué sucedió? — preguntó al instante, fijándose en la ausencia de alguien— ¿Y Vanya? ¿Dónde está Camile?
Nuevamente silencio, nadie se atrevió a mirarlo directamente, el de ojos verdes busco la mirada de la rubia en busca de una respuesta sobre el paradero de la castaña, sin embargo ella estaba tan desolada y perdida en una tristeza incontenible que solo aumento la ansiedad del azabache.
— Cinco...— Allison fue la primera en hablar.
— Camile esta...
— Camile se suicido anoche — todos observaron a Klaus, sorprendidos con su franqueza.
— Eso no es verdad — contradijo Diego al instante,— Ella no haría algo como eso, estoy seguro que lo idiotas de las máscaras tuvieron algo que ver. Los idiotas que ustedes trajeron hasta nosotros — dijo el moreno con coraje apuntando con una de sus navajas al recién llegado y a Alice.
Cinco miró a Klaus, intentando procesar la noticia. Luego, con el ceño fruncido, dirigió su mirada hacia Diego, que aún sujetaba la navaja con furia.
— ¿Y estás seguro de que no fue un suicidio? — Cinco preguntó, manteniendo su tono calculado, aunque una sombra de preocupación cruzó su rostro.
