FLOWER| ❝Y es que entre tanto caos y destrucción; estaba ella, completamente ajena a la ambiente, con cada uno de sus pétalos resplandecientes y delicados❞
El la deudécima hora del primer día de octubre de 1989, cuarenta y tres mujeres dieron a luz...
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Una parte de los hermanos cogieron paraguas, a excepción de Diego que siguió sin expresión alguna hasta que de un momento a otro lado lluvia dejo de correr por su rostro; se trataba de Camile quien lo cubría con su paraguas.
—¿Es obra tuya?— pregunto Diego refiriéndose al clima.
—Si fuera por mi, estaría soleado.— contesto la castaña.
—¿Pasó algo?— pregunto la madre de los chicos quien te tenia la mirada perdida y esbozaba una sonrisa.
—Murió papá.— contestó Allison.— ¿Lo recuerdas?
—Oh, claro.— la expresión de la mujer cambió completamente a una de tristeza.
—¿Mamá está bien?— formuló la de rizos hacia Diego.
—Si, esta bien.— volteó a verla.— Solo necesita carga.
El silencio vuelve a reinar en el patio esperando a que alguien más diga algo.
—Cuando quieras, muchacho.— dijo Pogo a Luther.
El no dijo nada, solo un suspiro brotó de sus labios antes de abrir la copa y tirar la cenizas de su padre en el pavimento.
—Hubiera sido mejor con viento.— Soltó el rubio mirando a sus hermanos con el ceño fruncido.
—¿Alguien quiere decir algo?— preguntó Pogo sin recibir respuesta de los chicos.
—¿Quieres decir algo?—susurró Cinco hacia Alice.
—Era muy exigente, pero...— la joven hizo una pausa y volteo a ver al castaño para esbozar una sonrisa triste levantando la comisura de sus labios.
Al ver que nadie se ofreció para hablar, Pogo se decidió por empezar.
—Muy bien.— dijo el —en todo sentido Sr. Reginal Hargreeves me hizo lo que hoy día, solo por eso, siempre estaré en deuda con el.— hizo una pequeña pausa.— El era mi amo y mi amigo, y lo extrañaré mucho. Con su partida deja atrás un legado complicado...
—Era un monstruo.— interrumpió Diego con hostilidad. Todos lo voltean a ver, algunos indiferencia, y Camile junto a Klaus solo rieron.— Era una mala persona y el peor padre. El mundo está mejor sin el...
—¡Diego!— le reprendió hermana con la intención de que deje de hablar y arruinar las cosas.
—Mi nombre es N° 2.—le respondió sin mirarla directamente.—¿Sabes por qué? Porque ni siquiera se tomó la molestia de ponernos nombres. Mamá tuvo que hacerlo.
—¿Quisieran algo de comer?—pregunto la mencionada, al parecer sin prestarle mucha atención a lo que decían los Hargreeves.
