Veneno y espinas (Scorose).

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Se celebraba el aniversario número 25 del fin de la Segunda Guerra Mágica y de la Reconstrucción de Hogwarts, motivo por el cual harían un baile escolar para celebrarlo.

Rose Jean Granger-Weasley, hija de la ministra Hermione Granger-Weasley y del Excapitán General Ronald Weasley, ahijada y sobrina del Jefe de la Oficina de Aurores Británica Harry Potter, era alguien esperada a acudir. Ella era, concretamente, la hija de dos miembros del Trío Dorado que había hecho posible aquello más de dos décadas atrás: sería raro que se excusara de asistir con una fiebre o deberes acumulados. Casi más que una fiesta, era una responsabilidad dar la cara, y Rose  jamás se saltaba sus responsabilidades. Claro, su perspectiva alegre sobre la ceremonia había ido en declive conforme los días avanzaron y se acercaba la fecha. Lo que en principio se había acordado en una quedada entre amigos ahora era más bien un ir sola. Era frívolo, lo sabía, pero incluso a ella le daba pena acudir sin nadie del brazo. Se alegraba por Albus y Alice, sí, pero gracias a que ellos irían juntos, los demás empezaron a quedar con otros.

Lorcan iría con Lily, para amargura de Lysander, que despechado invito a Émilie, quien al dejar plantada a su gemelo Peter no le dejó de otra que invitar a una de las Emma 's de su curso. Eso solo los dejo a ellos, Scorpius Malfoy y Rose Weasley, para buscar con quien ir para no estar solos. Patético.

Decir que no había pensado en la posibilidad de ir con él como amigos sería una mentira, pues lo había hecho, y mucho. Después de todo, todavía recordaba lo bien que se había sentido bailar con él durante la boda de Teddy y Victoire hace casi dos años, la brisa marina despeinando sus cabellos mientras que la luna alumbraba la playa de Shell Cottage, ambos muy alejados del resto en la fiesta como para ser vistos por Weasleys o Malfoy. Había sido...lindo...pero inapropiado, en especial dado a lo ocurrido unas semanas antes, cuando Malfoy le había robado un beso y ambos habían decidido dejarlo como amigos. No cometería la misma falta dos veces, menos en un evento donde, para muchos, él simbolizaba la antítesis de lo heroico, siendo lo heroico el legado de los Potter, Weasley y Granger, de quien ella representaba 2/3 esa velada.

Su vida era más sencilla cuando lo odiaba...

...Pero claro, también había sido mucho más aburrida.

Terminó de acomodar sus rizos carmesíes en un semirrecogido, mientras contemplaba orgullosa su reflejo en el espejo: su prima Dominique la había ayudado a elegir el vestido durante las vacaciones de invierno, la tela azul cielo abrazando su torso en un corpiño con encaje con delgados tirantes y escote recto, despegándose en tul bordado del mismo tono para la falda en A, tan largo que le llegaba a los pies a pesar de su gran altura. La misma Dominique le había ayudado maquillarse un poco más allá de labial y rubor, sus ojos azules enmarcados sutilmente con delineador y sombra suave, e iluminador centelleando los puntos altos de su rostro y hombros con cada movimiento.

Trataba de ser optimista: podría charlar y bailar un poco con sus primas menores, además  que sabía que Albus jamás le negaría un baile si la veía demasiado apagada. Y aunque no fueran como pareja, estaría Malfoy, quien seguro tendría el mismo gesto.

"Eres una chica fuerte, bella y segura, desde luego que puedes ir a un baile sola",  se dijo mientras acomodaba unos zarcillos dorados en sus orejas como último toque. En el dormitorio solo estaba ella y Dominique, quien tras halagarla y alabar su propio trabajo en ella le dijo que no tenía que esperarla, después de todo, ella y llevaría un buen reto en su arreglo.

-¡Y recuerda sonreír, Rosie!- la semi-veela aconsejó antes de verla partir, volviendo su atención a peinar sus propios cabellos rojizos.

El Gran Comedor había sido completamente reformado para ser una inmensa y elegante sala de baile, luces flotantes y flores adornando cada rincón que podía observar. Sintió la mirada de muchos sobre ella mientras descendía la escalera, su mano un poco demasiado clavada al barandal para no tropezar en cámara. Al parecer McGonagall no había podido evitar del todo a la prensa rosa y demás medios en el castillo.

One-shots de Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora