Reescribir las estrellas (Tedromeda)

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Salazar Slytherin y Helga Hufflepuff fueron grandes amigos incluso después de la expulsión del primero, y ese había sido el argumento principal de Binns a la hora de decidir que, en vez de juntar equipos por casa como siempre, se formarían parejas entre ambas casas.

Sabiendo de antemano la aversión que sentían algunos miembros de Slytherin por sus compañeros nacidos de muggles, resolvió que lo más prudente sería sortear y que fuera la suerte quien decidiera.

-La señorita Black- leyó el papelito de la urna de Slytherin-, y...el señor Tonks- leyó el segundo nombre con cautela, esperando una queja de la chica quien, aunque claramente disgustada, simplemente bufó mientras que asentía, resignada. El joven solo se encogió de hombros antes de volver a sus asuntos, aliviándose: no quería pleitos apenas empezando el ciclo.

Era bien sabido que los Black eran puristas de sangre de hueso colorado, tanto así que habían sido de los primeros en establecer la ideología siglos atrás en el país, extendiéndose en el mundo. La idea de una Black conviviendo con un nacido de muggles como lo era Edward Tonks era risible...pero por su culpa, era una realidad. "¡Merlin nos ampare!" pensó al verlos partir, deseando no haber generado un conflicto entre ambos jóvenes que, bajo otras circunstancias, seguramente jamás se hubieran hablado...

- ¿A qué hora nos reunimos para el trabajo? – empezó Andrómeda sin siquiera mirarlo, apurada y distante. El chico lo consideró extraño, pero decidió no tomarlo a mal. Quizás era así siempre...

- ¿Te parece a las 5?

-5:30 mejor-sugirió, a lo que él solo asintió, sonriendo.

- ¡Por mí está bien! Nos vemos, Meda...- iba a irse cuando lo interrumpió, confundida.

- ¿Meda? – cuestionó extrañada, haciéndolo sonrojar avergonzado.

-Por Andrómeda, "Meda" ...pero lo siento si te molestó...- empezó a disculparse, haciéndola sonreír. En el momento en que sonrió pudo sentir la tensión entre ambos disiparse, y a él le pareció una de las sonrisas más lindas que jamás había visto.

-No, solo no me habían llamado así antes. Nos vemos luego, Edward...- él le sonrió de vuelta, feliz de notarla más tranquila.

-...Ted...- corrigió con suavidad.

-...Nos vemos, Ted- se despidió con amabilidad, dirigiéndose a donde sus amigas la esperaban cuchicheando.

Fue gracias a ese trabajo de Binns durante su tercer grado que Ted y Andrómeda se conocieron, convirtiéndose rápidamente en buenos amigos, incluso si esta amistad era más bien un secreto a voces en el colegio. A Ted nunca le gustó ocultarse, pero sospechaba que su relación podía meterla en problemas, así que nunca insistió.

-Sabes que no es vergüenza, ¿Verdad? – preguntó ella con voz temblorosa durante una de las muchas ocasiones en que se reunían en los terrenos, lejos de cualquier otro alumno bajo un gran árbol a las afueras del Bosque Prohibido. A él le había parecido un lugar siniestro, pero ella lo encontraba acogedor-. Por lo que no te hablo mucho en el castillo...

-...Lo supuse, pero gracias por confirmar- trató de bromear, pero bastó con girarse a verla para notar el brillo acuoso en sus ojos-. ¡Estoy jugando! No me molesta...

-...No mientas...

-...Me molesta no poder hablarte en clase, , pero no cambiaría mis momentos contigo por nada. No llores por eso...-pidió suplicante, abrazándola torpemente en un intento por consolarla.

-Es solo que, si padre se entera, me mata...- Ted la miró confundido, en especial al notar que no estaba exagerando. Por más bizarro que le pareciera pensar en un padre capaz de matar a su hija por tal pequeñez, la realidad era que ella lo creía. Ahora estaba más preocupado que confundido.

One-shots de Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora