Hasta nunca, hasta siempre (Narcissa y Andrómeda Black)

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- ¡Espero estés contenta! ¡Todos estos problemas! ¡Y por creerte lista! ¿Es que acaso perdiste el juicio? ¡Antes muertos no están! ¡Tú y él son unos...!

-Narcissa, créeme que es lo último que necesito escuchar...

- ¡Bellatrix tenía razón! ¡Estás mal! – exclamó Narcissa, interrumpiendo, presa de su histeria.

- ¡Me tienes harta! Que a ti te importen esas ambiciones vanas y serviles no quiere decir que a mí también. ¡Yo jamás he querido esa vida! ¡Ni la querré! Al demonio la riqueza si implica vender mi alma por ella...-Narcissa la miró furiosa, determinada a recuperar a su hermana antes de que cometiera el peor error de su vida: irse con el impuro.

-Es fácil, ¿No? Despreciarla cuando la tienes. Pregúntale a los que se mueren de hambre si no la querrían. Es muy poco lo que se nos pide por mantenerla...Y-lo que antes era rabia ahora era un murmullo-, también está el lado de la familia. No te pido que pienses en padre y madre, pues no son ni serán jamás buenos. Pero Bella, Reg, Sirius y yo...Somos familia...Tu familia. Y aunque naturalmente peleamos, te amamos. Si te vas, nos obligarían a olvidarte. Jamás deseo olvidarte...

-...Cissy...

-Por favor, no nos abandones. No te veo allí: en una casa pequeña, donde probablemente termines haciendo de doméstica, y donde quienes te rodean tengan miles de prejuicios hacia tu procedencia. Eres una princesa, mereces ser tratada como tal. No te imagino verte feliz estando tan sola, ajena a tu alrededor, incapaz de ser la regia bruja que eres. Él no te conviene en nada...-insistió más tranquila, pero igual de firme.

-...Pues yo no me imagino viéndote feliz casada con un extraño, extraño que pagó por ti. Que te obliguen a someterte a juramentos, tu vida puesta en juego. Que desprecien a mi niña si me atrevo a parir una, o que me fuercen a curtir a mi varón. A beneficiarme de la muerte de seres inocentes mientras que asisto a fiestas. A ver a mi hermana convertirse en esas bestias crueles, a mi futuro marido. Todo por conservar un hueco el prestigio y vivir cómodamente...

- ¡Qué tiene de malo querer vivir bien! No todos somos mártires...

-...Y no pretendo ser mártir...

- ¡No te conviene! Si él de verdad te quisiera, quizás comprendería y no te alejaría de tu familia...

- ¡Él no me aleja! ¡Ustedes son los que condicionan su amor! Con sus reglas estúpidas y tratos pasivo-agresivos...Ustedes no me quieren, y si ustedes no me quieren, de un modo u otro se desharían de mí, Ted solo es la excusa... -Narcissa negó con la cabeza, insistiendo en que no era verdad, que ella la amaba, y Andrómeda sabía que eso era la verdad. Su hermanita la amaba, y ella la quería de vuelta-. ¡Ven conmigo!

- ¿Qué? Te has vuelto loca...-Narcissa miraba incrédula a su hermana, sorprendida por su propuesta disparatada, en especial por la seriedad en su voz. Lo sugirió de verdad, no en broma,

-Te he visto llorar de miedo por las noches, el asco en tu rostro al ver Kama, deseando casarte con alguien más, alguien que no lucha por ti...-Narcissa se sonrojó, temblando al recordar al necio con quien la querían casar, suspirando de pensar en Malfoy, quien la trataba con indiferencia-. Juntas seríamos invencibles, inseparables, felices, ¡Libres! Por favor, Cissy, acepta el consejo de tu hermana...- exclamó desesperada, tratando de sonar más segura de lo que estaba. Narcissa entonces la compadeció: no lo hacía por egoísmo, lo hacía por sobrevivir.

Ella no estaba hecha para la vida como una Black, ¿Cómo negarle su oportunidad de huir?

-Andy, estás temblando- Narcissa buscó un abrigo para rodear a su hermana, quien solo soltó un lloriqueó al sentirse derrotada. Narcissa se quedaría, y ella no podía hacer nada al respecto-. Solo di que lo sientes. Seguro padre te perdona. Y las cosas serían como antes...- suplicó Narcissa sollozando.

-...Ya nada puede ser como antes. No quiero que sea como antes...- Andrómeda también lloraba un poco, comprendiendo que, quizás, esa era la última conversación que tenía con su hermanita adorada.

- ¿Y por qué me dices esto? ¿Por qué no solo...te fuiste? - preguntó con dificultad, su voz ronca por el llanto.

-Me pareció terriblemente cruel huir sin despedirme de mi hermana menor, sin brindarte una explicación antes de que te obliguen a odiarme...

-Entonces, ¿Te irás? ¿Para siempre? ¿Con él? - Andrómeda dejó ver por primera vez el anillo de compromiso que Ted le había regalado, demasiado sencillo a comparación de cualquier joya de ellas, pero igual o más hermoso a sus ojos. Narcissa casi soltó un chillido de la impresión, pero lo retuvo al entender las implicaciones. Ella no huía para sobrevivir solamente, ella amaba a ese impuro-. Que tengas suerte con esta decisión...- se resignó, haciendo un esfuerzo inhumano por no llorar más.

-Tú también- concedió, derrotada al ver que su hermanita se quedaba. También quería romper a llorar.

-Espero que consigas lo que intentas, y que nunca te arrepientas...-siguió Narcissa de corazón. No estaba de acuerdo, y jamás lo estaría...pero tampoco veía sentido en empeorar aquella terrible situación aún más. Ademas, ella jamás le desearía el mal a su hermana: su corazón no era tan negro, ni su alma tan podrida.

-...Te deseo toda la suerte del mundo, Cissy. Y por favor, no te olvides de mí...- ambas se abrazaron por última vez, sabiendo que sería la última vez que podrían tener un gesto cariñoso con la otra. A partir de ahora, ambas hermanas transitaban caminos muy distintos de la vida, y su amor simplemente no podría anteponerse al orden natural, no sin traer tragedia.

Una vez pudieron separarse, entre débiles sollozos, Andrómeda tomó su bolso, su escoba y partió desde el ventanal del cuarto, llevando consigo la llave de la casa, a modo de evitar ser contendida en su escape: nada ni nadie la tendría encerrada nunca más.

Se alzó por el cielo nocturno, solo volviendo la vista para encontrar a Narcissa, contemplándola desde el balcón, el dolor evidente en sus ojos celestes. Le dolía en el alma verla así, pero no había de otra: no podía seguir en esa jaula de oro que le asfixiaba.

Y con eso en mente, arrojó la llave tras de sí y se fue rumbo a Londres, donde sabía que Ted la recibiría sin hacer demasiadas preguntas sobre su estado lloroso y fugitivo, listo para empezar una nueva vida junto a ella.

Ya no quedaba nada más a qué volver, o a quién

One-shots de Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora