Todos quieren a Lily Evans (Parte 1)

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-Cuando te vi en el tren, Harry, te reconocí de inmediato. No por la cicatriz, por tus ojos: son como los de Lily – ante la mirada incrédula de Harry, Remus Lupin empezó a explicar-. Sí, sí: la conocí. Tu madre me apoyó como nadie más lo hizo: no solo era una hechicera excepcional, sino una mujer extraordinariamente gentil. Lograba ver la belleza en todos los demás, y pienso que aún más cuando esa persona no podía ver que la poseía...

Remus siguió pensando en sus palabras hasta muchas horas después, evocando en su memoria el agridulce recuerdo de Lily, su encantadora Lily, cuya mirada esmeralda seguía persiguiéndolo tras más de una década de su muerte. Sus ojos, aquellos que Harry heredó, habían hipnotizado irremediablemente a quien los miró durante sus años escolares, enamorándolos profunda e incondicionalmente de ella. Su Lily...todos querían a Lily Evans.




1971

-Escuché que estuviste en enfermería...- la niña a su lado, Evans por apellido, empezó a hablar, irritándolo: ¿y eso por qué le incumbía? ¡No era su asunto! Y más importante aún, si ella lo sabía, ¿quién más se habría enterado? ¿Acaso su futuro académico estaba condenado desde el primer grado? -. Lo siento, solo quería decirte que si necesitas algún apunte de las clases a las que faltaste, puedes pedírmelo. Sé que tus amigos seguramente ya te pusieron al día, pero no me fiaría de ellos: no se ve que presten mucha atención en clase- Remus no podía discutirle eso: si James y Sirius iban bien en Historia era porque pertenecían a las familias de muchos de los personajes nombrados en los textos, en cambio él y Peter tenía que prestar atención, y el segundo más bien dependía de lo que sus amigos le explicaran, pues se dormía durante las lecciones-. Ellos holgazanean porque tienen su lugar asegurado desde la cuna, pero los que no debemos echarnos la mano los unos a los otros, ¿no crees? – propuso antes de volver su vista a la pizarra, dejándolo meditabundo.

El apellido Lupin, si bien antiguo y puro, estaba lejos de ser tan importante como ser un Potter o mucho más un Black, en especial tras la infamia que había acumulado con los años, y ella, Remus sabía, era una nacida de muggles, un lienzo en blanco sobre el que nadie podía opinar demasiado: era tarea de Lily esbozar su propia imagen y legado, una carga pesada con la que Remus logró empatizar de inmediato, pues él también buscaba pintar un futuro diferente al que, debido a su condición, muchos lo condenarían sin dudarlo: la miseria...

-Lo creo- le dijo al final de la clase, tomándola por sorpresa-. Que sería prudente ayudarnos mutuamente, quiero decir: me parece bien. Lamento si te hice creer que me enojé antes: solo estabas siendo amable conmigo- se excusó apenado, recordando como Lily se había disculpado antes: se conocía a sí mismo, seguramente le había hecho alguna mueca sin querer y odiaba pensar que la había ofendido: por eso y mucho más era de pocos amigos.

Para su extrañeza, Lily le esbozó una leve sonrisa: sus ojos, tan bellos como los de Sirius a pesar de ser tan diferentes, reflejaban una dulzura que lo perturbó, pues desconocía que alguien tan joven pudiera sentir tanta compasión por un extraño. Para ella eso era: tan solo un extraño que la había mirado mal y dejado con la palabra en la boca por más de una hora, ¿por qué lo veía con la misma ternura con la que miraba a su amigo de Slytherin?

-No me hiciste pensar que te enojaste, te enojaste, y no tiene nada de malo: no me conoces, es normal sentirse a la defensiva cuando una extraña sabe más de lo que te gustaría de ti, pero preferí hacértelo saber en lugar de fingir demencia al respecto. No le he dicho a nadie, te lo prometo: no es mi asunto para divulgar, de todos modos- Lily era una extraña, pero su voz era tan dulce y sincera que Remus le hubiera creído todo lo que le hubiera dicho, así fuera que el cielo era verde o que era la reina de Inglaterra-. Pero si te tranquiliza, no me ofendiste: se necesita más para fastidiarme. ¿Sería imprudente preguntar si eso fue lo que te llevó a la enfermería? - preguntó con precaución, y siguiendo su mirada, Remus notó que estaba viendo una cicatriz en su mano: Madame Pomfrey había curado la mayoría, pero esa, por algún motivo, había sanado de manera queloide, fea, llamativa y ulcerada...

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2023 ⏰

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