1926
-Lamento que tuviera que ser así- habló con su vientre mientras trataba de distraerse de las frías calles de Londres, de los transeúntes que la miraban con repulsión por su aspecto demacrado, y de la brisa helada que acariciaba sus huesos debido al crudo invierno.
No estaba hablando consigo misma: su bebé, que milagrosamente todavía estaba vivo, se movía con el sonido de su voz, brindándole una sensación de calidez y compañía a pesar de su entorno cruel y solitario.
Por triste que suene, ella había estado en peores situaciones que esa: al menos ahora era amada por la criatura dentro de ella, o al menos eso quería creer. Después de todo, ella era su madre, ¿no? No podía simplemente rechazarla... ¿cierto?
-No- contestó ella a su propia pregunta, intentando aliviar su corazón roto-. Tú no harías eso. No eres tu padre. ¡Por el amor de Merlín, cuánto amaba a tu padre!
Pero él no la amaba, ni la amó, ni la amaría jamás
No, nadie nunca la amó: ni su mamá, ni su papá, ni su hermano... nadie.
-Me amas, ¿verdad, Tom? Sé que serás un niño, y si la vida es buena, serás tan guapo como él. Si la vida es justa, no serás para nada como yo- dejó de divagar cuando otra fuerte contracción golpeó su cuerpo, haciéndola gemir de dolor.
Sabía que no podía ir a San Mungo: estaba muy avanzada en su embarazo para intentar aparecer allí, e incluso si pudiera, los magos la habían abandonado hace mucho tiempo, por lo que pudiera resultar contraproducente buscar ayuda con ellos. Necesitaba ir a algún lugar: cualquier lugar era mejor que un banco de parque escondido bajo la nieve: lo sabía...pero francamente, no deseaba moverse.
-Si voy a un hospital, te alejarán de mí antes de encerrarme en algún lado. ¿Qué clase de madre sería si permitiera que eso sucediera? - ella acarició su vientre suavemente, maldiciendo sus ojos al sentir lágrimas brotar de ellos-. Tal vez debería tenerte aquí, en la nieve. Quizás deberíamos congelarnos aquí, juntos para siempre. Nadie te haría daño de esa manera: serías amado por mami para la eternidad – fantaseó antes de suspirar, derrotada-. Pero no, eso sería egoísta. Mereces vivir y que te lastimen. Quizás, en el futuro, seas amado por otra persona, si no te pareces a mí, claro. Me temo que mamá está muy cansada de intentarlo en vida, mi amor. Lo lamento.
Con la poca fuerza que le quedaba en su cuerpo huesudo y congelado, que apenas y podía con el peso de su hinchado vientre y el dolor del trabajo de parto latente, Merope se levantó y comenzó a caminar hacia el Orfanato de Wool, donde planeaba hacer su último gran acto de amor: dar a luz a su hijo, con la esperanza de que pueda encontrar la felicidad en otra parte, con alguien más, algún día...
(...)
1979
Nymphadora, curiosa y traviesa como siempre, estaba hurgando en el viejo cofre de su mamá, en el ático. Sabía que no debía hacerlo, pero Dora era una niña curiosa que empezaba a volverse tan rebelde como su madre cuando tenía su edad. Honestamente, no fue un movimiento inteligente por parte de Andrómeda prohibirle aquello en primer lugar...
No había muchas cosas dentro, lo cual la decepcionó un poco: algunos vestidos viejos que parecían demasiado elegantes para ser de su madre, unas cuantas joyas que parecían exageradamente caras para ser reales, y un viejo álbum de fotos. Este último fue el que llamó más su atención, por lo cual no tardó en hojearlo con interés, curiosa de ver qué escondía su mamá con tanto recelo...
ESTÁS LEYENDO
One-shots de Harry Potter
Hayran KurguOne-shots independientes sobre personajes o parejas de una de mis sagas favoritas de todos los tiempos. ¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!