Nunca había sentido la espera tan larga, primero fueron 5 años para poder, solamente encontrar la manera de que alguien me hablara y supiera de ese lugar, y ahora tuve que esperar una semana más para que Jack Collison, hiciera los preparativos, para el gran descubrimiento que iba a hacerme. Solo serían unas pocas horas en el lugar que había querido tocar hace años, lo odiaba, sin duda alguna pero al igual que las peores pesadilla, dentro, hay algo que te mantiene con fuerzas.
-¿Lista?- Jack entra a su despacho y yo me recompongo la chaqueta y le sonrió.
- Desde que nací - él me mira sonriente y me alarga el brazo para sacarme de su despacho y llevarme a otra habitación donde tendría que alistarme. Jack amaba la cristalería y su mansión de unos 3 pisos estaba repleta de ella, no me imaginaba como debía ser si viviera en pleno centro de la ciudad, lo vieran todo el tiempo por esos enormes cristales, a diferencia de mi, la privacidad no es para él. Llegamos a la habitación y veo salir a Thomas, el chófer de Jack y veo su mirada irracuanda hacia mi.
- Tu chófer me odia- le digo en tono burlon a jack y este niega con la cabeza.
- Así es con todo el mundo, solo intenta protegerme pero no se ha dado cuenta- dice y me hace entrar a la habitación.
-¿Cuenta de qué?
-De que eres la única que de verdad, no me haría daño- dice y se acerca a unas cabinas y yo me pego a la pared. ¿Porque justo ahora dice eso?- bueno, aquí la tienes- dice mientras me entrega una caja con un moño- es algo extraño pero tienes que hacerlo si o si.
Abro la caja y no me sorprendo demasiado cuando veo su interior, un smoking y una credencial con el nombre de Simón T. Collison, esta en ella.
- Debo convertirme en un hombre para descubrir ese maravilloso lugar, eso solo me hace sentir más curiosidad, me encanta Jack- le digo y veo su mirada triunfante.
- Le diré a thomas, que traiga a Jovanni- dice y sale por la puerta. Un suspiro de alivio sale por mi boca y me siento en el pequeño puff, que eta frente del espejo, esta seria la noche en la que entraría y encontraría al fin, a Charles.
La puerta se abre y un chico de cabello largo entra con dos maletas a sus costados.
- Señorita Marié. ¿Lista para convertirse en Simón T. Collison?- me dice y yo asiento. Jack no entra en las 3 horas y medias, que el maquillista profesional se encarga de mi cara, sombras, contorno y base, más millones de productos que ocultan mi rostro, al terminar, Jovanni y yo estamos absolutamente muertos del cansancio pero después de unos minutos, la fuerza surge y logró recomponorme de inmediato. Me veo al espejo y no lo puedo creer, nunca conocí a mi padre pero sin duda alguna, Jovanni tuvo que estar con él, mi cara ha dejado de gritar "Ria" e incluso "Marié" y se ha convertido en el primo Simón, la barba, la profundidad de los ojos y las cejar pronunciadas , ¡Es que no me lo creo! .
- Siento que soy... Mi padre.
- He hecho un buen trabajo- Jovanni se alaga y yo aun no dejo de mirar al espejo, incluso cuando Jack entra y lo felicita por tal arte masculino.
-Bien. ¿Aún no lo puedes creer? - Jack me mira y yo niego con la cabeza.
- Incluso con este smoking parezco más a un empoderado hombre de negocios- digo y Jack ríe.
- Así es, incluso así, masculina. Eres hermosa- dice y yo me apartó un momento, el. Parece notarlo y deja de lado el cumplido- bien- saca unas llaves de un libro que tiene en su escritorio y abre un cajón que está debajo de la mesa, por la complicidad parece que guarda cosas importantes allí y me sorprende que no me haya indicado que me voltee o incluso que salga. Toma una tarjeta negra y con un celular que tiene en el mismo cajón, marca un numero, lo veo de la forma más natural del mundo, aunque por dentro quiero correr de la desesperación.
- Jack Collison- pronuncia con una voz gruesa y luego cuelga. ¿Esa es su clave? ¿Su nombre de pila?.
Lo miró y el me mira.
- Ya vendrán por nosotros, primo- dice y yo asiento- debes estar ansiosa.
- Ni te imaginas.
- Marié, debes estar siempre junto a mi y no quiero que lo que te voy a mostrar, cambie lo que piensas de mi, no tiene nada que ver con mi personalidad, yo solo tengo de socio al dueño y el me ha comentado y es... Solo he ido un par de veces y no quiero que... - me acerco hacia él y le agarro la mano.
- No te preocupes Jack, confío en ti- me mira y suspira, yo le sonrió y cuando piensa decir algo más. El teléfono que tiene suena. El lo agarra ve la pantalla y lo coloca todo en su puesto, bajo llave.
- Es hora- dice y ambos salimos de su casa, un auto negro con los vidrios poralizados, se encuentra en su terraza, Jack muestra su credencial y yo detrás de él, muestro la mía. El gorila, muy parecido al primero que me cogio cuando entre al subterráneo asiente y ambos nos montamos en el auto. El recorrido es silencioso y ni Jack, ni yo, nos decimos nada, el auto coje por la autopista y llega a una especie de campo abierto, acondicionado como si fuera un... ¿Aeropuerto?
Jack me indica que baje y eso hago, en frente de nosotros, ya hace un jet privado de la misma tonalidad del carro, negro. ¿Pero que carajos?, es una odisea ir al subterráneo, pero por lo menos tengo en la mente que no es en Manhatta. Dentro del jet, el lujo se hace notar y Jack y yo nos sentamos en unos asientos muy cómodos, para enseguida, unas asafatas tetonas, darnos unas botellas con vino, como no, desde aquí, empieza el para sido de los hombres. El jet despega pero yo ni siquiera lo siento, se que desplegamos porque Jack me lo ha indicado, pero el movimiento es tan débil, que siento que estamos en un restaurante o algo así.
- ¿Es una odisea ir al lugar que dices, no es así? - le comentó y el toma su copa en las manos.
- Creía que te gustaba lo excéntrico.
- Por supuesto, no he dicho nada malo- comentó y me arecuesto al asiento del jet privado, si no fuera por la situación, estuviera disfrutando esto como nunca.
Siento que el tiempo pasa pero como ya hacía cuando estaba encerrada, los celulares los dejamos en casa y los relojes están prohibidos, incluso si cuestan más que la cabeza de quien lo porta.
- Llegamos- Jack y su espectacular don del saber cuando despega y aterriza,
esta nave, me deja sorprendida y antes de bajar del gran jet, el gorila que nos ha traído, nos da dos antifases. ¿Desde cuando los Sub, se colocan Antifaces?- Colocatelo, primo y prepárate para disfrutar- dice y yo haciéndole caso omiso a lo ultimo de su oración, me sumerjo en la oscuridad del antifaz.
De aquí y allá, en un auto y luego a caminar, no se con exactitud dónde carajos es que estoy pero si se que solo estamos Jack, el gorila y yo, bueno, solo nosotros hasta que siento el pequeño ruido que hace que mi corazón y la presión sanguínea comienzan a desmoronarse, el ascensor. Subimos y por primera vez, me doy cuenta que lo he logrado en realidad. Este comienza a bajar. Las manos me Sudán y el pecho se enciende más y más. Cuando por fin para, que muy amablemente nos indican que nos podemos quitar el antifaz, reconozco el loving de inmediato.
- Bienvenido primo, al subterráneo- dice Jack.